Entrevista con el director general de Instituciones Penitenciarias
( ... ) La carrera política de Enrique Galavís comenzó hace seis años, como fundador del Partido Popular. Hasta entonces había ocupado altos puestos de dirección en empresas privadas. Luego fue secretario de organización de UCD, gerente del Grupo Parlamentario Centrista y desde 1979 es director general de Instituciones Penitenciarias. ( ... )-(...) "Muchos no hemos quedado huérfanos, porque no queremos ni una coalición de derechas ni tampoco somos socialistas. Me da la impresión de que es difícil que la UCD se recupere, porque hay ausencias notables. Yo difícilmente entenderé una UCD sin Adolfo Suárez, y que conste que no soy suarista. Creo en las ideas, y hay personas que tienen más credibilidad que otras para llevar a cabo esas ideas. Tengo muy claro que si la UCD no vuelve a ser lo que era, pues entonces por coherencia personal y honestidad me iré a mi casa. ( ... )"
-La Dirección General de Instituciones Penitenciarias es difícil, conflictiva, ¿se va satisfecho de lo que ha hecho?
-A mí se me llamó para que pusiera en marcha, para que desarrollara la ley de Instituciones Penitenciarias hecha por Valdés. Y la ley es utópica, perfecta. Y la diferencia entre la realidad penitenciaria y lo que se puede hacer y la ley, pues es una diferencia infinita. En realidad, mi objetivo ha sido poner cimientos: mejorar las prisiones, construir otras, aumentar el número de funcionarios, hacer un reglamento de prisiones, modificar la escuela de estudios penitenciarios... Y no estoy totalmente satisfecho de mi labor. Sería un fatuo si lo dijera. Pero me voy con la sensación de haber hecho cosas.
-Una de las cosas que ha hecho es el reglamento de prisiones, que ha sido bastante contestado e incluso calificado como regresivo.
-Sí.... sí..., ya lo sé. Sin embargo, García Valdés hizo una declaración diciendo que el reglamento está bien. El reglamento trata de desarrollar la ley. No creo que sea regresivo, y si mi sucesor lo modifica me parecerá perfecto. Yo no creo que lo que uno hace siempre sea lo mejor. Pero voy a ponerle ejemplos: en el reglamento se reduce el número de entrada de paquetes en las cárceles. Y es que yo creo que lo que hay que hacer es dar de comer bien a los presos. Llegamos al gran problema que he tenido estos años: la falta de dinero, la falta de presupuesto para poner la ley de Instituciones Penitenciarias en marcha. Dar de comer tres veces al día a un preso gastándose 148 pesetas es imposible. Así no se puede dar de comer dedentemente a nadie. Y ése es el presupuesto de comida diaria para cada preso. En el reglamento, yo digo que se reduzca la entrada de paquetes, pero es que pienso que en el futuro este problema se tiene que arreglar, y, hoy por hoy, no ha disminuido la entrada de paquetes en las prisiones. El paquete viene a suplir la comida que no damos. La solución es dar mejor comida, pero para eso hace falta dinero.(...)
Hace falta dinero, pero también hace falta otra mentalidad para enfrentarse al problema de los presos. La sociedad española es hipócrita en el tema penitenciario. Hay muy poca gente, poquísimos empresarios que estén dispuestos a dar un puesto de trabajo a alguien que haya estado en la cárcel. Yo estoy harto de las grandes declaraciones humanitarias, lo que quiero saber es cuántos reclusos me van a colocar cuando salgan de prisión. Porque si al salir de la cárcel no encuentran trabajo, les estamos empujando a volver a delinquir.
(...) El tema de prisiones no interesa en las esferas políticas... El tema de prisiones es desagradable... También ha faltado valentía para aplicar el artículo diez de la ley, que consiste en llevar a prisiones de máxima seguridad a los presos difíciles. Yo ya lo estoy aplicando y estoy enviando presos a Herrera de la Mancha. Creo que así limito los problemas de Carabanchel, pero no lo solucionó. Afirmar que no va a volver a suceder nada en las cárceles sería mentira. El problema de Carabanchel es construir cinco Carabancheles más, y para eso hacen falta 10.000 millones sólo en construcción y mil funcionarios más. Yo no tengo la fórmula mágica de hacer las cosas sin dinero. Un preso le cuesta al Estado entre setecientas y ochocientas mil pesetas anuales. (...)
11 de agosto
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