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Las elecciones de Córcega constituyen un éxito del Gobierno de París y la marginación de los separatistas

La irrupción histórica del autonomismo en la escena política corsa, la marginalidad política de los separatistas clandestinos del Frente de Liberación Nacional de Córcega (FLNC) y el éxito gubernamental en el primer acto del proceso descentralizador del Estado francés son los primeros elementos significativos a considerar tras las elecciones del domingo en Córcega, cuando, por primera vez en su historia, la isla eligió a los 61 miembros de la Asamblea Regional.

"Los grandes perdedores son los separatistas"; "en definitiva, el gran ganador es el Gobierno, que ha sabido hacer las cosas"; "Simeoni y Córcega ya pueden tutear a la historia y a París". La velada electoral fue una velada de frases, con altos y bajos, brillante a veces, pero vivida, con gran interés, con pasión por muchos, y probó que los isleños, aunque no comprendan muy bien eso del estatuto particular, presienten que Córcega ha iniciado una nueva etapa de su historia. Tres conclusiones principales centran, para los isleños, el resultado de unos comicios que, lentamente, van a transformar la fisonomía política, económica y social de la isla de la belleza.En primer lugar, el triunfo autonomista: Edmond Simeoni y su partido autonomista. Unión del Pueblo Corso (UPC), con sus siete escaños y el 10,60% del electorado, cara al futuro inmediato se convierten en árbitros para formar una mayoría en la Asamblea y, en suma, para administrar la isla. La aparición de los autonomistas se estima que supone un revés para los dos. clanes, conservador y radical, que manipulaban la vida de la isla. La evolución será lenta, pero en Córcega a todos les parece irreversible.

Inmediatamente después, destaca la marginalidad del FLNC: a lo largo de la emisión televisiva electoral animada por debates entre todos los responsables de la isla, ni uno solo de estos últimos evocó, en ningún momento, la existencia del FLNC. Tuvo que ser un periodista español, participante en la emisión, quien recordara a los separatistas clandestinos. El hecho parece certificar el olvido en el que han caído los militantes independentistas para sus coterráneos. Su consigna de abstención no fue seguida, pues el 69% de votantes en Córcega se considera como una tasa respetable, más alta que la tradicional, que se sitúa alrededor del 65%. Su objetivo radical e inmediato, la autodeterminación de cara a la independencia, no interesa a nadie en la isla, hoy por hoy al menos. Su argumento, "el colonialismo francés", ya no suena a nada en Córcega, desde que el resto de las fuerzas políticas juega las posibilidades que ofrece el estatuto particular. En tercer lugar, el éxito gubernamental: el ministro del Interior, Gaston Defferre, que ha arrastrado a todos los corsos (salvo al FLNC) detrás del estatuto, que ha presidido una elección sin incidentes mayores, que se valora como ejemplar, y que ha aislado a los separatistas, ha conseguido un primer tanto en Córcega y ha iniciado con buen pie su ley de descentralización del Estado. Y ello a costa de un bajón considerable del partido socialista, que ya era minoritario, y de los comunistas, el otro integrante de la mayoría gubernamental. Lo que hace falta, se dice en la isla, es que el estatuto funcione y que el FLNC no reanude su discurso explosivo.

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