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El fracaso de la 'cumbre' africana coloca a la OUA en una crisis sin precedentes

Cumplido el plazo de veinticuatro horas para lograr el quórum de 34 países presentes en la capital libia, fracasaron ayer definitivamente los últimos intentos de llevar a cabo en la fecha prevista la XIX cumbre ordinaria de la Organización para la Unidad Africana (OUA). Un grupo de contacto integrado por los presidentes de Tanzania, Zambia, Libia, Congo y Mali ha sido encargado de efectuar las consultas pertinentes para volver a convocar la conferencia en un plazo límite de tres meses.

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La Conferencia de Trípoli constituye el peor de los baches sufridos por la OUA desde que fuera creada en Addis Abeba, hace ahora diecinueve años, a pesar de lo cual, los 32 países congregados en la capital libia van a separarse, hoy con el deseo explícito de no profundizar las divisiones entre los progresistas y los moderados para tratar de reconstituir la unidad perdida, dentro de la legalidad de la Carta Africana.No habrá, pues, dos OUA ni disolución de la que existe todavía, sobre el papel, aunque ha dejado de funcionar normalmente.

Tras la suspensión de los últimos intentos de abrir la cumbre, la organización africana queda en una situación difícil, sin precedentes en su historia. El dirigente libio, coronel Muamar el Gadafi, no ha podido sustituir, como estaba previsto, a su homólogo de Kenia, que abandonaba la presidencia en ejercicio de la OUA.

Mientras duren las consultas del grupo de contacto dirigido por el presidente de Tanzania, Julius Nyerere, la organización africana atravesará por una etapa de hibernación.

El dramático llamamiento dirigido por los estadistas presentes en la capital libia a los diecinueve países que no acudieron a Trípoli no surtió ningún efecto.

Algunos jefes de Estado, como el rnozambiqueño Samora Machel, preconizaron entonces la realización de una minicumbre de la OUA con los reunidos, que incluso llegaron a plantear la "expulsión de los ausentes", pero Nyerere y su homólogo argelino, Chadli Benjedid, consiguieron apaciguar a los exaltados.

La delegación de la RASD, dirigida por su presidente Mohamed Abdel Aziz, reiteró su disposición a participar en cualquier intento para obtener el quórum, pero solicitó que se tuviera en cuenta que la República saharaui sigue siendo miembro a parte entera de la OUA.

El citado grupo de contacto tiene ahora como misión insistir para que, según lo acordado en la cumbre celebrada por la OUA en Nairobi el pasado año, la nueva reunión de jefes de Estado africanos tenga lugar obligatoriamente en Trípoli.

Teóricamente, la XIX cumbre debe celebrarse en Trípoli tal y como estaba previsto y el presidente de Libia sigue siendo el único candidato legal a la sucesión de Arap Moi.

La RASD y Chad siguen siendo los dos grandes dilemas que dividen a los países africanos. La República saharaui, a pesar de contar con el reconocimiento diplomático de veintiséis Estados de la OUA no ha logrado el apoyo de los otros ocho que le era indispensable para entrar por la puerta grande a la organización africana. La Carta Africana le permite figurar como Estado número 51 de la OUA, al contar con la mayoría, pero el citado documento programático, firmado en una época en la que los africanos daban por descontado la unidad del continente, obliga a reunir un quórum de 34 países, para poder celebrar una conferencia en la cumbre, incluso extraordinaria, o una simple reunión del Consejo Ministerial.

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