_
_
_
_
Gente

Henry Botey

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

de 45 años, y Carmen Vallet, de 67, dos multimíllonarios de la prostitución que se creían fuera del alcance de la policía, han sido detenidos discretamente por la policía francesa, que ha destruído así un auténtico imperio de proxenetismo en el famoso barrio de Pigalle de París. Los dos encartados, cuyas detenciones han sido mantenidas en secreto durante casi dos meses, abarcaban un parte importante del mercado francés de la prostitución, cuya cifra de negocios anual se calcula en unos 10.000 millones de francos franceses (unos 170.000 millones de pesetas). A través de nombres supuestos, los dos detenidos poseían en el barrio citado, auténtico emporio del mercado francés del sexo y el bandidismo, un hotel y un número importante, de bares que han sido cerrados todos. Las detenciones de estos dos caids han provocado el efecto de una revolución y parecen anunciar el fin de una época. El comisario Patrick Riou, responsable de la Brigada de Estupefacientes y Proxenetismo, ha declarado: "Hay todavía una decena de Boteys en París. Caerán todos tarde o temprano". En el París de los años cincuenta el aprendiz de panadero Henri Botey, de 20 años, conoció a una antigua bella de noche, Carmen, que se había comprado un hotel en Pigalle. Juntos, lograron acumular millones, y adquirir bares y hoteles, aprovechándose aparentemente de conexiones dentro de la policía y de la buena sociedad. Con ocasión de las detenciones de estos grandes padrinos de la prostitución, la prensa francesa ha publicado un informe elaborado en 1972 por los servicios de información franceses en el qué se señalan las tolerancias impuestas a los policías de la llamada brigada mundana (la actual brigada contra estupefacientes y proxenetismo) encargados de luchar contra la prostitución.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_