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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La verja, entornada

LAS ESPERANZAS despertadas entre los habitantes del Campo de Gibraltar sobre la inmediata apertura de la verja con el Peñón, fijada primero para el 20 de abril y luego para el 25 de junio, fueron abruptamente defraudadas por la decisión de nuestro Gobierno de mantener en vigor su clausura hasta que las negociaciones aplazadas y entre los ministros de Asuntos Exteriores de España y del Reino Unido se reanuden. Tal vez para` aliviar los sentimientos de frustración de los linenses, las autoridades españolas han comenzado a autorizar, de forma excepcional y por razones humanitarias, el cruce de la frontera, cerrada a cal y canto desde 1969, a algunas personas. Aunque los beneficiados por esos permisos agradecieran, sin duda, la merced recibida, es de suponer que los ciudadanos mantenidos al margen de ese trato de privilegio acusarán con justificada indignación el agravio comparativo.El lento goteo de pases de favor entre La Línea y Gibraltar, que se apoya legalmente en una disposición contemporánea de la clausura de la verja, sólo tendría sentido si fuera el comienzo de una política de apertura que aumentara el caudal de los intercambios hasta desembocar en la completa normalización de la frontera. De otra forma significaría únicamente la institucionalización dé una odiosa arbitrariedad gubernativa quizá del gusto de quienes administran los favores, pero totalmente incompatible con los mandatos constitucionales que garantizan a los ciudadanos la igualdad jurídica y el derecho "a entrar y a salir libremente de España en, los términos que la ley establezca". Porque nada más contrario a la generalidad de las normas que la caprichosa utilización por un gobernador civil de los resquicios que para la arbitrariedad pueda ofrecer la letra del Boletín Oficial del Estado.

En anteriores comentarios editoriales (véanse EL PAIS de 22 y 29 de junio de 1982) expusimos las razones que hacen imperiosa y urgente la apertura incondición al de la verja gibraltareña. No sólo las transformaciones de la estrategia militar han disminuido la importancia geopolítica de la llave del Estrecho, sino que el ingreso de Es paña en la OTAN, el proyecto de unidad europea y la alianza entre nuestro país y el. Reino Unido hacen inevitable que la bandera bicolor termine ondeando, a medio o largo plazo, en la Roca. Sin embargo, la incorporación del Peñón a la soberanía española, reivindicación que posee abrumadores e indiscutibles ' títulos históricos y jurídicos, pasa necesariamente por el visto bueno de los gibraltareflos, así como por el otorgamiento a los habitantes del Peñón de un estatuto de autogobierno en el marco de la Monarquía constitucional y parlamentaria. El telón de Castiella fue una absurda maniobra orientada a presionar a los habitantes, del Peñón en la errónea creen-cia de que ese inhumanitario cerco podría debilitar la moral de los llanitos y obligar al Reino Unido a entregar la soberanía de la plaza. Pero el tiro salió por la culata, ya. que los gibraltateños, sintiéndose agredidos por el asedio, acumularon - emociones antiespañolas, anterior mente inexistontes,se y se crecieron ante el castigo. Las finanzas del Reino Unido quedaron mínimamente lesionadas por la implanitación de ese cordón sanitario, pero los trabajadores y los comerciantes españoles del Campo de Gibraltar, cortados de un mercado tradicional sin que, nadie les pidiera opinión, fueron los auténticos per judicados por la medida.

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El entornamiento de la verja es una medida insuficiente y vergonzante. Sólo la completa apertura de la frontera entre La Línea y Gibraltar puede permitir que las heridas emocionales de los llanitos cicatricen, -que la población linense encuentre alivio a su penuria económica y que los ciudadanos españoles y los subditos británicos del Campo de Gibraltar comiencen a caminar juntos por una senda que les conducirá, inevitablemente, a vivir en paz y concordiar bajo una misma bandera. El acercamiento cultural, Iingüístico, comercial, humano y político de esas dos poblaciones, hoy artificialmente incomunicadas por la verja, es el. primer paso para que el litigio de Gibraltar, esa fruta Madura cuya recuperáción no valía -según Franco- la vida de un sólo soldado español, pueda recibir una solución razonable para todos y satisfactoria para España.

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