El peIigro de las salidas exige su modificación
Las salidas de las carreras de Fórmula 1 son los momentos más peligrosos. Los accidentes producidos en Canadá y en Gran Bretaña, con un saldo de un piloto muerto -el italiano Paletti-, pone en evidencia la urgencia de una reforma en el sistema de las mismas. La forma mas usual que se utiliza en Estados Unidos, que consiste en efectuar la salida con los coches lanzados, parece más segura que la que tradicionalmente se hace en la Fórmula 1.Las salidas en todas las carreras del calendario del Campeonato del Mundo de Fórmula 1 se hacen con una parrilla formada con dos coches por cada fila, que, hasta un número de veintiséis, esperan parados y con el motor en marcha que un semáforo encendido cambie su color rojo por el verde.
A esa parrilla, los coches llegan después de haber realizado una vuelta de reconocimiento, que sirve para que, los pilotos calienten los neumáticos de sus coches con ese extraño zigzagueo que realizan a lo largo de todo el recorrido de esa vuelta. Al mismo tiempo, la vuelta de reconocimiento sirve para poner en temperatura tam bién el motor y los frenos.
Al completar dicha vuelta de reconocimiento, lentamente los coches se colocan de nuevo en la parrilla para esperar que el semáforo les permita iniciar la carrera.
A partir del instante en que se enciende el verde en el semáforo, los veintiséis coches se lanzan en plena aceleración a lo largo de toda la recta de tribunas, donde tradicionalmente está colocada la salida y la meta. Las diferentes características de cada coche hacen que las arrancadas sean asimismo distintas.
Los coches con motores turboalimentados es probable que ocupen los mejores lugares de la parrilla de salida. El poder variar presión del turbo, y con ello, aumentar la potencia del motor durante una cuantas vueltas -más no lo resistiría la mecánica-, permite a los coches equipados con estos motores conseguir tiempos mejores que los de sus rivales en los entrenamientos oficiales y, por tanto, ocupar mejores lugares en la parrilla de salida.
Sin embargo, estos coches consumen bastante más gasolina. Según las condiciones del circuito, pueden llegar gastar hasta un 50% más que los motores de admisión convencional. En las salidas, con mayor cantidad de gasolina en sus depósitos de combustible, pesan más y son más lentos para arrancar. Esa letitud se incrementa por el hecho de que estos motores dan el máximo de sus potencias a regímenes superiores.
De esta forma, al margen de las condiciones de cada piloto, la ventaja conseguida en los entrenamientos por este tipo de coches se anula o se convierte en desventaja. Todos así, se agrupan mediada la recta de salida y ruedan apelotonados hasta llegar, en un grupo compacto, pero cambiante y a gran velocidad, hasta la frenada anterior a la primera curva, que sirve de selección.
El riesgo de la salida
Durante todo ese recorrido, la proximidad de unos coches con otros, aumenta muchísimo la peligrosidad. En muchas ocasiones, los coches se tocan ligeramente ruedas contra ruedas o se golpean por delante o por detrás. Por lo general, una clase de suerte especial, que no está controlada por pilotos porque es ajena a su técnica y a su habilidad, hace que se llegue al final de la recta sin incidentes o accidentes de importancia. Pero a veces el toque entre dos coches es menos afortunado y provoca un accidente múltiple, en ocasiones con resultados fatales.Pero los momentos de máxima peligrosidad empiezan antes incluso de la arrancada. Si falla un motor, en ese momento, como ocurrió en Canadá, en Gran Bretaña y en Francia -en ésta última, por suerte, el coche implicado ocupaba una posición de cola, por lo que no causó problemas- por citar sólo tres ejemplos recientes, el coche se queda clavado y constituye un obstáculo muchas veces invisible hasta no estar prácticamente encima, cuando el accidente es ya insalvable. Un accidente que puede provocarse también al cambiar un piloto súbita y bruscamente la trayectoria de su coche para evitar el encontronazo.
Un nuevo sistema
Probablemente esa enorme peligrosidad podría reducirse sensiblemente si la salida, en lugar de darse con los coches parados, se hiciera con los coches ya en marcha y lanzados a una buena velocidad al completar la vuelta de reconocimiento. Se anularía así el riesgo del fallo de un motor en la arrancada.Además, al rodar los coches a velocidades semejantes durante la vuelta de reconocimiento, manteniendo sus posiciones, se reducirían también las diferencias de las características de los coches en las arrancadas y podrían, mantenerse mejor las distancias en la recta de la tribuna. El riesgo de rodar, durante dicha recta a mayor velocidad -por no haber tenido que arrancar con el coche parado- siempre sería muy inferior al riesgo evitado. Así, con respecto a la seguridad, el saldo sería positivo.
Esa es la forma de realizar las salidas de las carreras en Estados Unidos, con resultados positivos tanto en seguridad como en espectacularidad. Una medida similar podría aplicarse en el futuro a la Fórmula 1. Pero los responsables del Circo nunca han demostrado una auténtica preocupación por aumentar la seguridad. Esa será siempre la barrera más difícil de superar.
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