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Mitterrand explicará al Consejo Europeo que Francia no aceptará la adhesión española hasta que la CEE resuelva sus problemas

Soledad Gallego-Díaz

El presidente de la República francesa, Françoise Mitterrand, puede intervenir ante el Consejo Europeo -reunión de jefes de Estado y de Gobierno de los diez países miembros de la Comunidad Económica Europea (CEE)-, previsto para los próximos días 28 y 29, para explicar la posición de su país ante la ampliación del Mercado Común y reiterar su tesis, según la cual es imposible aceptar a España como nuevo miembro hasta que los diez no resuelvan una larga lista de problemas internos. Mitterrand dejaría clara la posición de Francia en las negociaciones para la ampliación en el seno de la CEE, igual que la ha dejado en Madrid: París no veta formal. menté la adhesión de España, pero declara que no puede realizarse en las condiciones actuales, por lo que todos los esfuerzos de otros países comunitarios para avanzar la negociación con Madrid estarán sistemáticamente condenados al fracaso en los próximos meses.

Las noticias sobre la preparación de la cumbre europea -que tendrá una apretada agenda de trabajo en la que el tema español no parece ocupar un lugar preferente- han coincidido con unas declaraciones de Christopher Tugendath, encargado de las finanzas de la CEE en la Comisión Europea, según las cuales el caso español es parecido al del Reino Unido cuando sufrió el veto del general De Gaulle. Las declaraciones de Tugendath fueron inmediatamente matizadas por un portavoz oficial de la comisión en el sentido de que "reflejan una opinión personal y no el sentir de toda la comisión".

Preocupación de Natafi

El propio Lorenzo Natali, encargado de preparar la ampliación de la CEE a nivel de la Comisión Europea, expresó ayer nuevamente a sus colegas del Ejecutivo europeo su "profunda preocupación" por el desarrollo de las últimas negociaciones. Natali afirmó que existe una gran diferencia entre las declaraciones de índole política que realizan los Estados miembros (favorables a la ampliación) y la realidad concreta, en la que las conversaciones experimentan retrasos y obstáculos difícilmente justificables a nivel exclusivamente técnico.

Según fuentes oficiosas españolas y comunitarias, los expertos franceses sufrieron un sobresalto el pasado mes de marzo cuando la CEE y España cerraron cuatro capítulos de la negociación, sin que París pudiera hacer nada por evitarlo. Los esfuerzos de la presidencia belga, deseosa de impulsar aún más las conversaciones hispano-comunitarias, fracasaron, no obstante, el pasado lunes en Luxemburgo.

El secretario de Estado para la relación con Europa, André Chandenagor, planteó sistemáticamente obstáculos, inquieto ante la posibilidad de que el camino de España hacia la CEE quedara solamente obstruido por los problemas de la agricultura, la pesca y la libre circulación de trabajadores. Chandenagor y los restantes negociadores franceses se encuentran, sin embargo, molestos con esta táctica sucia y prefieren una explicación franca de los problemas que encuentra Francia para avanzar hacia la ampliación del Mercado Común.

Esta explicación sería formulada por el propio Mitterrand ante los máximos responsables de la CEE: la ampliación de la Comunidad no puede producirse mientras que no sé resuelvan los graves problemas internos que tiene planteados.

En concreto, París afirma que es impensable la adhesión de España (la de Portugal plantea menores problemas) mientras que no exista un acuerdo definitivo entre los diez sobre la aportación británica al presupuesto comunitario, las relaciones con los países del norte de Africa, los programas integrados de política agrícola para productos y zonas meditarráneas y, otros problemas institucionales.

Esta exigencia francesa de que se limpie previamente la casa antes de admitir a España implica, obviamente, un nuevo retraso en las negociaciones ya de por si lentas y accidentadas.

El problema británico

Nadie espera en la CEE que el problema británico se resuelva antes de que termine el año -como en teoría se han comprometido a hacer los diez-, y nadie cree que los problemas agrícolas se resuelvan con carácter más o menos definitivo antes de que la República Federal de Alemania acepta modificar la política de recursos propios de la CEE, es decir, aumentar el techo del 1% en la recaudación del impuesto sobre el valor añadido (IVA) que se destina actualmente a sufragar las políticas comunitarias.

Este importante aspecto no será debatido seriamente, según los expertos, antes de que la propia República Federal de Alemania ocupe la presidencia de turno del Consejo de Ministros del Mercado Común, en el primer semestre de 1983.

Será entonces -en el mejor de los casos- cuando la negociación con España -prácticamente bloqueada en todos sus aspectos importantes- podría experimentar alguna variación e, incluso, un empuje decisivo.

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