'La clave': respuesta de un receptor

Soy un teleespectador cualquiera, uno de entre los muchos seguidores del programa La clave. Pocas emisiones de Televisión Española son tan maduras y esperanzadoras. Y una vez suspendido éste, me pregunto, si en tal decisión se puede ignorar a su audiencia.Si la ignoran, los espectadores entramos desgraciadamente a formar parte integrante del mundo del sillón, de los entes y las cosas, ocupados -¡Dios sabe cómo!- delante de la caja, la mar de las veces tonta. Y a esto un receptor debe responder activamente, aun cuando su respuesta sea débil, pues con frecuencia nos sumergimos exhaustos entre el "objeto-cómodo" y los rayos luminosos del mass-media, mezclando con peligro para nuestra existencia psiquica, iodos los átornos. Así, adictos al continuo espectáculo puramente sensitivo, devenimos al objeto elemental y físico, a ser una cosa entre las cosas. El televisor parecía una fuente perceptiva formadora para el hombre, y no, lo perceptivo queda en sentitivo, y lo formativo tiende misteriosamente a desaparecer. ¡Por favor!, que dejen de hacer la puñeta a los ya irreversibles drogadictos de pantalla, que somos muchos, ¿o todos?

Si la televisión es una ventana al mundo, que no abierta, el receptor desea unas vidrieras transparentes, y no barrocas y anacrónicas.

El progreso anda perdido por ahí pidiendo autoconsciencia y formación, no inconsciencia y deformación.

Para La clave la ¡enhorabuena! de un receptor./