Las sentencias del 23-F

Como ciudadana española que soy pido que, si algún día se me ocurre ocupar, pistola en mano, con otros ciudadanos el Congreso, ordenar al presidente del Gobierno, a ministros y diputados que permanezcan tumbados o sentados las horas que estime oportunas, zarandear a un ministro, amenazar de muerte al director de la Guardia Civil (creo que, según la sentencia publicada ayer, al menos no será don Antonio Tejero) o ponerme tapones en los oídos cuando la máxima autoridad de la nación nos ordrne deponer tal actitud, se me conceda mi derecho constitucional de igualdad ante la ley con los procesados por estos y otros hechos sucedidos en febrero del año pasado; es decir, yo o quien encabece las acciones decidirá quiénes tienen responsabilidad y quiénes no en ellas, me juzgará gente de mi profesión, se me permitirá asistir a las sesiones del juicio que desee, se expulsará de la sala a las personas que yo indique podré ejercer mi derecho a la libertad de expresión insultando a quien desee y, si tengo mala suerte y resulto condenada, cumpliré mi sentencia en una suite del hotel Palace para estar más cerca del Congreso y poder repetir cada vez que se me vaya a acabar la condena.