Situación inesperada

El día 11 de los corrientes publicaron ustedes una angustiosa carta, firmada por un inválido, don José A. Mera López, de Madrid. He leído ansiosamente todos estos días la sección Cartas al director, en la esperanza de que alguien hubiera tendido una mano de ayuda a esta familia tan necesitada, con resultado negativo.Señor director, por intermedio de este su digno periódico me permito rogar al señor Mera López se sirva manifestarnos si ha recibido alguna contestación a su justa demanda. Somos muchas las personas que nos sentiríamos aliviadas si supiéramos que el Estado español, los médicos o quien sea se han hecho cargo de esta familia tan necesitada. Donde haya un enfermo, un desvalido, allí debería estar toda la ciencia, toda la humanidad, para ayudarle, para curarle, para darle esperanza. Señor Mera López, espero que en éstas ya tenga usted ayuda de personas más capacitadas que yo, pero sí así no fuera, llame usted al teléfono de la esperanza. No sé cuál será el de Madrid, pero yo, aquí, en Oviedo, llamé, siendo casi tan desgraciada como ustedes, y alguien, sin conocerme, sin preguntar mi nombre ni mi filiación, me ayudó exhaustivamente, desinteresadamente. Si usted, aun después de esto, se siente desamparado, escriba de nuevo a EL PAÍS. Yo misma abriré una suscripción para facilitar a usted y su hermana el viaje a Inglaterra a Estados Unidos, naciones con medicina muy adelantada, donde, estoy segura, estudiarán su caso./