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El juez investiga los desórdenes públicos en que se vieron envueltos el 'papa' Clemente y ocho de sus 'obispos'

El papa Clemente, de El Palmar, abandonó el lunes, a medianoche, la provincia de Salamanca, junto a ocho de sus obispos, tras prestar declaración en el juzgado de guardia de la capital.Los sucesos del pasado lunes en Alba de Tormes, donde fueron golpeados por numerosas personas nueve integrantes de la iglesia de El Palmar, han motivado la apertura de un sumario por desórdenes públicos por el Juzgado de Instrucción número dos de Salamanca.

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En su última visita a Alba de Tormes, el papa Clemente Domínguez perdió dos coches, sus ropas y objetos personales, y sólo consiguió enardecer y exaltar a un pueblo que pudo haber acabado con su vida o con la de algunos de sus acompañantes si no hubieran mediado autoridades, Iglesia y Guardia Civil.Según Fernando Nieto Nafría, titular del Juzgado de Instrucción número 2 que ha iniciado las diligencias oportunas, el señor Clemente y sus acompañantes han sido injuriados, insultados y dañados en sus propiedades. Por el momento se encuentran en libertad y sin cargos. Por su parte, Mario Rubio, obispo de Salamanca, ha lamentado los incidentes, porque "estos casos pueden convertirse en tragedia".

Según una nota del Gobierno Civil de Salamanca, "aparecieron en la iglesia el denominado papa Clemente y ocho de sus seguidores, dando gritos y profiriendo imprecaciones contra el papa Juan Pablo II y la Iglesia católica romana, y excomulgando a todos cuantos no estuvieren conformes con las doctrinas que aquél propugna". Continúa explicando que "la muchedumbre, indignada, agredió a los visitantes" y que "con posterioridad a lo relatado, uno de los coches dañados fue arrojado al río Tormes por un grupo de incontrolados, e incendiado después".

Ursicinio Fernández, padre prior de los carmelitas, se disponía a atender a las 16.30, como lo hace a diario, a los peregrinos que visitan el convento de la Anunciación de las madres carmelitas de Alba de Tormes, donde se conservan el cuerpo y las reliquias de Santa Teresa de Jesús.

"En el transcurso de la visita, dije a los peregrinos de Lérida y Santander que dieran gracias a la Virgen por haber salvado al Papa de la muerte el pasado año, y que si Dios quiere vendrá a visitar a Santa Teresa el próximo día 15 de octubre", manifiesta el prior. El papa Clemente callaba entonces, y sólo cuando se encontraba al final de la visita, en el centro del templo, comenzó a lanzar improperio contra Juan Pablo II y a decir que no era necesario esperarle, ya que el papa estaba allí. "Llamó putas las madres y dijo que Santa Teresa fue una ramera", recuerda Román Acevedo, primer teniente de alcalde, que suplía al alcalde en los primeros momentos del conflicto. "Eso es como si lo hubiera dicho de nuestra propia madre", manifestaba un vecino.

Ante el enfrentamiento que se produjo en el templo entre los peregrinos católicos romanos y los de El Palmar, el prior salió sofocado a la calle. "Yo le vi y fui a ayudarle", comenta Patricio González, un vecino que tiene una droguería frente al templo. "Encerré a Clemente y los suyos, como pude, en la iglesia, para que no se escaparan, y toqué las campanas para llamar al pueblo".

Los albenses acudieron con palos y objetos contundentes, ante el ataque de los de El Palmar que según los vecinos:"Se querían llevar a la Santa y habían insultado a las madres, al papa, y a la Iglesia." Alguno mostraba después las manos "inflamadas de las hostias que les he dado", otros se lamentaban de que no les hubieran dejado matarles. Los de la Santa Faz consiguieron Regar a sus vehículos e intentaron abandonar el pueblo.

Florentino Gutiérrez, cura párroco de Alba de Tormes, abrazaba al líder de El Palmar -"tenía que impedir que le matarán"- en el interior de un 132 negro, volcado por los vecinos y rodeado por ellos, que continuaban golpeando el vehículo destrozado. "Agárrese a mí, soy el párroco, yo le saco de aquí", le decía el padre Tinín. Pero Clemente buscaba a los suyos. Por fin accedió a dejarse proteger y pudo llegar también, protegidos todos por las autoridades municipales y los pocos miembros de la Guardia Civil de Alba de Tormes, hasta el convento de los padres carmelitas, donde fueron atendidos por el médico y el ATS de las lesiones sufridas.

Momentos antes, el mismo cura y vanas personas más, entre ellas Román Acevedo, luchaban, subidos sobre uno de los coches sevillanos, por hacerse oír entre las voces del pueblo enardecido, que sacudía a los visitantes. "Creí que me respetarían e intentaba poner calma", comentaba después el sacerdote a EL PAIS. Pero "a un pueblo unido no lo para ni un batallón de Infantería," y, como señalaba un vecino de los que participaron en los sucesos, "de aquí no nos lleva nadie a la Santa ni aunque nos maten".

"Es una advertencia para todos"

La espera en la plaza de Santa Teresa, mientras los de El Palmar de Troya eran atendidos en el convento, no descargó la agresividad generada en el pueblo. Los vecinos prendieron algunas ropas de los sevillanos y pretendieron llevar los coches al río. Por fin, cuando la grúa, después de transportar el 132 matrícula SE-6521-X, quiso hacer lo mismo con el 1430 beis SE-7004-I, los vecinos desengancharon el vehículo y le bajaron por las calles inclinadas de la villa hasta el puente, en medio de una rápida manifestación de albenses de todas las edades. Llegados al pretil lateral, le empujaron para que cayera sobre una orilla del Tormes, donde un vecino le prendió fuego. Los albenses contemplaron durante más de una hora el espectáculo, mientras un coche celular de la Guardia Civil conseguía trasladar al papa Clemente y sus ocho acompañantes al juzgado de guardia de Salamanca.Los albenses volvieron a reaccionar unánimemente ante el rumor de que se llevaban los restos de Santa Teresa. "Me siento orgulloso de, mi pueblo, aunque creo que se ha pasado un pelín", manifestaba Eladio Briñón, alcalde de Alba de Tormes. La defensa del cuerpo de Santa Teresa, de su propiedad, convierte a Alba en un pueblo fanático. Los conflictos que la villa ha mantenido con Avila y que permanecen en la actualidad tienen un origen que se remonta a cuatro siglos atrás.

En un extraño rodeo camino de Sevilla, el papa Clemente acompañado de su séquito llegó a Segovia a prímeras horas de la madrugada del martes procedente de Salamanca, informa Pedro de Vicente. Clemente y sus ocho obispos, tres de ellos irlandeses, uno inglés, uno suizo y los tres restantes españoles se alojaron en el parador nacional de turismo donde pernoctaron. Funcionarios del Cuerpo Superior de Policía vigdaron desde primeras horas de la mañana de ayer sus movimientos, ya que se temía que su presencia en Segovia pudiera obedecer a una presunta intención de visitar el sepulcro de San Juan de la Cruz, ubicado en el convento de los padres carmelitas. Los miembros de la Iglesia de El Palmar tuvieron serias dificultades para conseguir que tres taxis les llevaran de regreso a Sevilla.

En Sevilla, en el barrio de Redes, donde reside la mayor parte de los miembros de la Iglesia de El Palmar no se pudo recoger ayer ningún dato sobre el regreso de los integrantes de la comitiva puesta en fuga en Alba de Tormes.

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