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Campaña al Parlamento andaluz

Los socialistas no pedirán un Gobierno de coalición tras su victoria previsible en Andalucía

Si la jornada electoral del próximo 23 de mayo confirma el signo coincidente de las últimas encuestas, tanto la realizada por Sofemasa por encargo de EL PAIS como incluso las dos últimas encargadas por el Gobierno y su partido, que coinciden en atribuir una clara victoria al PSOE -49,1% (Sofemasa); 51,1% (CIS); 56,1% (Icsa-Gallup)-, los socialistas reaccionarán minimizando los resultados y sin plantear, en ningún caso, exigencias de coalición a Leopoldo Calvo Sotelo en el Gobierno de Madrid, según adelantan medios de la ejecutiva de dicho partido.

Las declaraciones de los líderes socialistas más relevantes seguirán, según las fuentes aludidas, una línea de moderación fuera de todo maximalismo y muy cuidadosas de evitar cualquier extrapolación inmediata en el plano nacional. Al mismo tiempo se esforzarán por garantizar que la victoria no va a ser administrada al gusto de los militantes sino de los votantes y del conjunto del pueblo andaluz, en beneficio del cual se trazarán firmes compromisos del mejor entendimiento con el Gobierno de Madrid.Lo anterior no excluye alguna salida de tono excepcional de quien reciba el encargo de ofrecer satisfacción a las bases más radicales, pero sin incidencia significativa en la trayectoria real del partido socialista. En definitiva, el Partido Socialista parece optar por la continuidad de su línea de responsabilidad de Estado en la que tiene puestas sus mejores esperanzas cara a las elecciones generales.

En Unión de Centro Democrático (UCD), la fecha del 24 de mayo, el D+1 de la jornada electoral, abrirá una nueva lucha por el control del partido entre los partidarios de dos concepciones antagónicas, igual da si se alcanza o no la raya del 20% de votos andaluces, que hasta ahora las encuestas le niegan (Sofemasa le adjudica el 17,2%.; CIS, el 15,5% y Gallup, el 15,8%). Todos los portavoces de las distintas familias centristas -democristiana, liberal, socialdemócrata y suarista- consultadas por EL PAIS coinciden, al menos, en el mismo presagio.

La prueba de las elecciones andaluzas para UCD más que en los resultados propios reside en el alza del PSOE y de Alianza Popular, a la que atribuye Sofemasa un 12,0%; CIS un 10,3% y Gallup un 10,5%. Para algún ministro del Gobierno todo ello es un resultado favorecido por la insólita campaña beligerante de la patronal CEOE. La propaganda de la gran patronal ha inyectado suficientes dosis de radicalización y de miedo capaces de desplazar muchos votos de la derecha centrista hacia la zona más dura de Alianza Popular.

Lucha de clases

En palabras de un líder histórico centrista, la CEOE ha demostrado en Andalucía que es la derecha la empeñada en practicar la lucha de clases. La asunción por la CEOE de posiciones de tan marcada beligerancia en una campaña electoral, está propiciando el camino para una respuesta sindical en el terreno de la huelga política.Toda la campaña andaluza de UCD adolece de pasividad ante estas actitudes y representa un abandono de la posición progresista, reformista e interclasista que se va a pagar muy caro. Nadie ha explicado, señalaba un miembro del secretariado ucedista de Arlabán, por qué se ha diseñado así la campaña cuando, por ejemplo, el congreso regional de Unión de Centro Democrático en Torremolinos demostró que las mayores ovaciones de los delegados fueron las tributadas a Soledad Becerril cuando atacó a Alianza Popular.

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El vicepresidente primero del Gobierno, Rodolfo Martín Villa, situado al frente del equipo de reanimación de Moncloa, patrocina, como método para encajar la derrota centrista de Andalucía la convocatoria de una magna conferencia política en Salamanca en la que participarían el Consejo Político del partido junto con los presidentes de Diputación y alcaldes de capitales de provincia que lucen el donut en la solapa.

El conjunto no rebasaría los tres centenares de personas y su celebración dejaría inmóviles los órganos de dirección del partido, cuya renovación es competencia de un congreso extraordinario al que se inclinan los suaristas. La conferencia, en opinión de sus críticos, no pasaría de ser una plataforma desde la que se intentaría un ejercicio de maquillaje renovador incluidas algunas aportaciones doctrinales encargadas a Julián Marías y otros hombres de FUNDES.

Los suaristas y la remodelación

Los suaristas han declarado ya su oposición al proyecto de Martín Villa porque estiman que solo un congreso extraordinario podría dar la medida exacta de las distintas fuerzas que luchan por la hegemonía centrista y crear las condiciones necesarias para una remodelación en profundidad. Sin unas firmes bases de coherencia y disciplina estiman temerario comparecer en las elecciones generales cuya convocatoria en marzo evitaría interferencias con las municipales y regionales.En el fondo subyacen dos concepciones distintas del partido. Para Leopoldo Calvo Sotelo la renovación buscada de UCD debiera venir por la vía de añadidura de nuevos sumandos liberales -Antonio Garrigues, Eduardo Punset, Eduardo Merigó y demás compañeros de Club- que unidos a los democristianos a socialdemócratas residuales y a los denominados populistas o suaristas ayudarían a cubrir el máximo espectro social e ideológico posible.

Esta opción abriría, según fuentes de Arlabán, problemas de liderazgo al presidente del Gobierno con Garrigues y con Areilza, cuya incorporación todos estiman un acierto necesario, y dejaría sin resolver la debilidad estructural de UCD de la que ha ofrecido tan penosas pruebas su grupo parlamentario especialmente desde 1979.

Para las fuentes centristas progresistas la cuestión se agrava todavía si se contempla la hipótesis más probable que planteará el resultado de las próximas elecciones generales: la de una coalición gubernamental. Desde un reparto de nombres en las listas electorales en base a cuotas de poder para las distintas familias de UCD, el día D+1 esa hipótesis de consumarse fraccionaría el grupo parlamentario. Y quienes fieles a su concepción centrista optarán por prestar su concurso a un gobierno con participación o presidencia socialista, al que abocan los sondeos, pasarían a ser presentados como autores de un fraude a la voluntad de sus electores.

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