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La división entre varios países impide la adopción por la OCDE de una política expansionista

Por vez primera en muchos años, el Consejo de Ministros de la Organización para el Desarrollo y Cooperación Económica (OCDE) se ha visto incapaz para adoptar una política común con la que hacer frente a la recesión económica que padece el mundo occidental. La oposición de Estados Unidos, Japón, el Reino Unido y la República Federal de Alemania al abrazo de una política económica más expansionista, que ataque el problema grave del desempleo, impidió alcanzar un consenso, patrocinado por Francia y los países más modestos, que pretendía la puesta en marcha de medidas de estímulo en los países más afectados por el síndrome del paro.

Como consecuencia de está actitud, el comunicado final, aprobado ayer por los países miembros, deja grandes lagunas sobre la política de estrategia diversificada que habían propuesto los países menos poderosos (entre ellos, España) y que, en esencia, buscaba la diversificación de políticas económicas para que cada país pudiera compensar las medidas restrictivas en el terreno monetario con otras de estímulo en el frente de la inversión pública o similares. Asimismo, fueron rechazados varios esfuerzos franceses para que algunos países actuaran decididamente en apoyo o control, según los casos, de sus políticas cambistas.Anselmo Calleja, director general de Planificación Económica, del Ministerio de Economía y Comercio, declaró que, a su juicio, "es la primera vez que una reunión de la OCDE acaba, en muchos años, con un desacuerdo tan significativo. Las economías más fuertes se han cargado todos los esfuerzos legítimos de los países más afectados por el paro para adoptar, con precaución, una política relativa de estímulo. "Estamos", añadió, "en una situación que recuerda mucho a los errores de los años treinta".

El comunicado final adoptado por la reunión anual de la OCDE es, en este sentido, un auténtico manifiesto de apoyo de las tesis de los grandes países del área y, por tanto, ratifica la necesidad de continuar la lucha contra la inflación hasta sus últimas consecuencias. Pese a la propia advertencia de la OCDE de que a finales de año habrá más de treinta millones de parados en el mundo occidental y que el crecimiento del grupo de países no superará el 0,3%, los países más representativos consiguieron que el texto final del comunicado ratifique la opinión minoritaria de que "una política convergente de crecimiento sólo puede alcanzar una vez que se haya dominado la inflación".

Expectativas inflacionistas

"Donde la inflación o las expectativas inflacionistas permanecen profundamente, la más alta prioridad debe aplicarse en políticas que reduzcan la inflación", dice el comunicado final. En esta línea, Estados Unidos y el grupo de economías más fuertes de Europa (RFA, el Reino Unido, principalmente) impidieron que el documento criticara directamente la política de altos tipos de interés practicada por la Administración Reagan y que, a juicio de los ministros franceses de Economía y de Exteriores, son la causa primordial del estancamiento que padece la economía occidental.El duro enfrentamiento entre los países con economías teóricamente más fuertes y saneadas y aquellos que padecen el fantasma del paro se presenta como el aperitivo de la reunión que ayer comenzó en Helsinki (comité interino del Fondo Monetario Internacional) y de la cumbre económica de los siete países más importantes de Occidente, que se iniciará el próximo 7 de junio, en Versalles, en las proximidades de París. La opinión extendida es que estas reuniones ratificarán, en lo que respecta a la economía occidental, aquellas políticas de control a ultranza de la inflación, aunque esto represente una vía abierta en los riesgos sociales que conlleva el crecimiento, del paro.

Claude Cheysson, ministro francés de Asuntos Exteriores, volvió ayer a repetir, en la segunda jornada del Consejo de Ministros de la OCDE, las advertencias de su colega de Economía, Jacqus Delors, en el sentido de que la paz monetaria que patrocina Washington es un callejón sin salida para Europa. "Una inflación con dos dígitos", dijo el ministro socialista galo, "no es buena para nadie, pero mucho peor es un paro de la misma proporción".

El Gobierno socialista francés también criticó profundamente la política aplicada por Estados Unidos y Japón en su tasa de cambio, que produce a estos países un beneficio adicional, especialmente a Estados Unidos. A su juicio, el Gobierno de Washington no sólo debería adoptar medidas que conduzcan a la reducción de los tipos de interés (del orden de los ocho puntos por encima, de la inflación), sino que, además, tendría que aplicar una política de intercambio realista con relación al dólar.

En el caso japonés, acuciante para muchos países menos desarrollados, dado el gigantesco superávit exterior que mostrará este año la balanza de pagos nipona, los esfuerzos de algunos países no se vieron coronados por el éxito. Una referencia expresa en el comunicado final, que exigía la apreciación del yen, fue tachada por los redactores del documento. No obstante, el comunicado critica la política de Washington de utilizar los altos tipos de interés como mecanismo para mantener artificialmente el valor de su moneda.

Déficit presupuestarios

En el terreno fiscal, el comunicado inserta una advertencia sobre los riesgos de mantener excesivamente altos los déficit presupuestarios. Según los ministros, la reducción de estos déficit, que contribuyen directamente al mantenimiento de los altos tipos de interés, debería ser una prioridad absoluta y las medidas en este campo tendrían que ser paralelas a las que se adopten en el frente de la inflación.El secretario del Tesoro norteamericano, Donald Regan, aludido por esta mención al riesgo de un déficit presupuestario tan elevado en su país, se defendió frente a esta acusación al señalar que la Administración Reagan está realizando grandes esfuerzos para contener, con el apoyo del legislativo, el multimillonario déficit estadounidense. Pero Regan, que se quejó de que todo el mundo echara la culpa a Washington de sus propios problemas internos, no ofreció ninguna indicación de que la, Administración norteamericana vaya a poner en fecha próxima su casa en orden.

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