_
_
_
_
Reportaje:

Millones de norteamericanos se movilizan bajo el lema "Mejor morir al instante que sobrevivir a un ataque nuclear

"La mejor noticia es que muera al instante; la peor, que sobreviva". Así, sin más, reza el eslogan de la impresionante campaña antinuclear norteamericana denominada Ground Zero (Punto Cero), que a lo largo de la semana pasada movilizó a millones de personas en todo el territorio nacional. Calificada en editoriales de periódicos como "el movimiento popular más importante desde la posguerra", la campaña inquieta profundamente a la Administración del presidente Ronald Reagan y a todos los políticos, en general, por la temática que plantea y por las imprevisibles consecuencias que tendrá entre el electorado cara a la renovación del Congreso, en noviembre de este año.

El movimiento pacifista europeo contagió definitivamente a los norteamericanos. Aquí tampoco quieren bombas. Temen los riesgos de una guerra nuclear. Se movilizan y piden a sus dirigentes que negocien la congelación del arsenal atómico con los soviéticos.El movimiento antinuclear, que culminará con una manifestación que se espera reúna medio millón de personas en Nueva York, el próximo 14 de junio, inquieta a senadores y alcaldes, a millonarios y a gente que malvive de la asistencia social, a obispos católicos y a pastores protestantes y, en definitiva, a conocidos izquierdistas o a predicadores evangélicos, íntimos amigos del presidente Reagan, como Billy Graham. Por todo ello por su amplitud y variedad, preocupa tanto a los estrategas políticos.

"Demagogia", dice el vicepresidente, George Bush, corroborando la opinión del presidente Ronald Reagan. Pero lo importante para los antinucleares es que la Casa Blanca reacciona. "Estoy con vosotros de todo corazón en la noble intención de evitar un desastre nuclear", dice Reagan; "pero hay que reequilibrar al arsenal frente al poderío soviético".

Punto del impacto

Ground zero es la expresión de los expertos para determinar el punto exacto donde caería una bomba nuclear. Una velada popular, con velas, recordará esta noche, frente a la residencia del presidente el caso de que si cayera una bomba nuclear de un megatón frente la Casa Blanca se volatilizarían completamente los edificios y personas creando un cráter de unos sesenta metros. Con una bomba entre veinte y ochenta megatones, los soviéticos borrarían del mapa el área metropolitana de Washington y sus tres millones de habitantes."Sólo morirían unos quinientos millones de personas", exclama Roger Molander, organizador del movimiento Ground Zero, citando previsiones de expertos militares que confían en que una guerra nuclear no sería un holocausto total. "Lo mejor, morir; lo peor, sobrevivir", recuerdan los antinucleares, exponiendo las trágicas consecuencias de una guerra nuclear. Para los supervivientes quedarían las radiaciones, el medio ambiente contaminado, la convulsión del clima y la probable muerte lenta.

Supervivientes

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Pero habría supervivientes. Para ellos, la Administración Reagan espera dedicar unos 4.200 millones de dólares en la organización de un programa de defensa civil.Con desalojo previo a la guerra nuclear hacia zonas despobladas, evacuando unos 150 millones de norteamericanos de 450 ciudades y zonas que podrían ser objetivos para los misiles soviéticos. "Ilusorio", replican los organizadores del Ground Zero, esgrimiendo el caos que podría producirse en caso de alarma de guerra nuclear. Mesas redondas, caravanas- de bicicletas rodeando circuitos de ciudades que serían destruidas con un solo megatón.

En los colegios y en conciertos universitarios se vivió la participación esta semana, en 150 ciudades y unos quinientos pueblos, de las actividades del Ground Zero. "Demagogos, izquierdistas, comunistas". Son los adjetivos difíciles de atribuir, a juzgar por las audiencias y la personalidad de los principales organizadores.

Roger Molander, por ejemplo, es un ex miembro del Consejo de Seguridad de la Casa Blanca, bajo las anteriores Administraciones republicanas y demócrata de Nixon, Ford y Carter.

Participó activamente en las negociaciones de control de armamento con los soviéticos, y fue precisamente el fracaso de la no ratificación del tratado SALT II (debido a la reacción del Congreso norteamericano por la invasión soviética de Afganistán) lo que condujo a Molander a dedicarse plenamente a la sensibilización de la opinión pública frente al peligro de guerra nuclear. Con contribuciones, que van desde obreros a la fundación del multimillonario Rockefeller, Molander estructurá su movimiento tentacular Ground Zero. Existen decenas de otros similares que buscan los mismos objetivos: evitar una catástrofe nuclear.

A las manifestaciones acuden personas que nunca antes habían protestado para nada. A las conferencias, gente de todas las edades, familias con sus niños, clase media, en general, a quien la eventualidad de una guerra le preocupa seriamente.

Casi todos los brazos se levantaron en la iglesia de la American University, en Washington, cuando el martes de esta semana los organizadores de la mesa redonda del Ground Zero preguntaron quiénes estaban a favor de congelar el armamento nuclear como primer paso hacia su reducción y posible neutralización. Un sondeo del semanario Newsweek daba el 68%, de personas consultadas como promedio a favor de la congelación.

El tema inquieta a la clase media, y de ahí las imprevisibles consecuencias políticas a la hora de votar.

De costa a costa

En Pisttsburgh, capital del acero, en Pensilvania, el Ayuntamiento votó unánimemente por la congelación de armas nucleares. En los congresos de varios de los cincuenta Estados de la Unión que forman EE UU hay propuestas en idénticas direcciones.El eco llega hasta el Capitolio, en Washington, donde los senadores Mark Hatfield (republicano) y Edward Kennedy (demócrata) consiguen el apoyo de otros veintidós senadores y 166 miembros de la Cámara de Representantes en pro de la congelación y posterior negociación de una reducción de armas nucleares. Ex ministros de Defensa, como Robert Mac Namara, dudan de la estrategia nuclear.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_