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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Sobre Ramón J. Sender

En el diario EL PAIS ha publicado Ramón de la Higuera una carta dirigida a mi primo Ramón J. Sender. En ella dice usted cosas que no se acercan a la verdad. La verdad que ha estado silenciada y es hora de que se conozca.Se ha escrito mucho últimamente, desde la muerte de Ramón J. Sender, sobre el secreto y misterio de la muerte de mi querida tía Amparo, su mujer. No hay ningún secreto: fue uno de los muchos crímenes cometidos a consecuencia de la absurda guerra civil. Mi tía Amparo veraneaba con su familia en la sierra, cerca de San Rafael, cuando se empezaron a poner las cosas feas (me refiero al verano de 1936). El cabeza de familia tuvo que ir a Madrid y aconsejó a su mujer que si ocurría algo malo se trasladara con los niños a Zamora, a casa de la familia, "donde nunca ocurría nada".

De pronto, un día sonaron tiros y aparecieron soldados y moros que tomaron aquella zona. Mi tía hizo caso del consejo de su marido y cogió lo indispensable, reunió a sus niños, a los dos niños de unos vecinos, ausentes, a los sirvientes de las dos familias, y partió como pudo a Zamora; utilizó los medios que encontró, incluidos trenes militares.

Llegó a Zamora, donde fue retenida acusada de espionaje. Donde "no tenía que ocurrir nada", ocurrió lo peor. No es cierto lo que De la Higuera dice en su contra, que ella era la clásica señorita de derechas. Era, eso sí, ferviente católica; no tiene esto que ver con que fuera de derechas o de izquierdas, y su Iglesia no la asistió en los últimos momentos. El actual obispo de Zamora, gran hombre, al que admiro de veras, ha pedido por ello perdón a la familia. Lo que le sorprende a De la Higuera del matrimonio con el "revolucionario Sender" sería seguramente porque se querían; creo que es una explicación bien simple.

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Lo que debe ignorar De la Higuera, que tanto sabe de ella, es que, antes que Amparo, fueron asesinados sus dos hermanos varones, uno, comunista, y otro, teniente de alcalde en el último ayuntamiento republicano de Zamora, pertenecía al partido socialista. Mi abuelo y padre de ellos era un conocido republicano que murió en el año 1918 en la gran epidemia de gripe.

Desde hace tiempo mi primo Ramón pretende escribir un libro sobre su madre. A mí me ha escrito muchas cartas pidiéndome datos y me ha llamado muy a menudo desde San Francisco con el propósito de que le ayude. En su día pregunté a mi tío -nuestra correspondencia era frecuente- qué debía hacer sobre este particular. El se oponía, "porque no quería ver impreso su dolor y ganar dinero con él". Lo dice en muchos libros y reiteradamente en Monte Odina, de reciente aparición. Había hecho la familia un pacto de no ayudar al hijo en esta idea, porque no queríamos remover heridas y además por no perjudicar a personas que llevan los mismos apellidos de los que participaron en aquellos crímenes. No es porque ninguno de nosotros tengamos miedo. Se trata de un sentimiento de pudor y de respeto a la persona humana, que es posible que usted no sea capaz de comprenderlo. Claro que tenemos nombres, datos, fechas. El nombre del asesino material, el del responsable principal, que firmaba los permisos de salida de la prisión para dar el paseo a los detenidos. El nombre del cura que negó la absolución, a pie de tumba, a mi tía por no estar casada por la Iglesa. Si hablamos de esto, ¿qué vamos a conseguir? ¿Volverían a la vida nuestros familiares? Imposible. Perjudicaríamos notablemente a los hijos y nietos de los criminales. Esto no sería justo. Además, creo que es hora de que dejemos de tirarnos los muertos a la cara unos y otros. Ya es hora de caminar juntos y tratar de olvidar.

Mi primo Ramón necesita saber todo lo ocurrido para encontrar su verdadera identidad. Su padre no les hablaba de este tema nunca, porque siempre se sintió culpable de la muerte de su mujer, por haberla mandado ir a la pacífica Zamora. Ahora que ha muerto quiero que mis primos sepan cómo era su madre, cómo vivió y murió con la única verdad. No con verdades que señores como De la Higuera pueden aportarles. El lo sabe y viene a España en breve. Escribirá un libro y lo publicará únicamente en Estados Unidos y no citará nombres que puedan perjudicar a terceros. Ese es nuestro acuerdo.

Espero que De la Higuera comprenda todo esto. Es muy doloroso escribir sobre estas cosas, y creo que debe tener motivos para entenderlo. Motivos familiares, digo./

, sobrina de Ramón J. Sender.

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