Una emisión clandestina de Radio Solidaridad pide en Polonia que se luche por la 'dignidad humana'
Reproducimos aquí la última crónica enviada desde Varsovia por el periodista norteamericano John Darton, al que el lunes le ha sido otorgado el premio Pulitzer,por su cobertura de la crisis polaca para el diario The New York Times.
En una acción temeraria de resistencia a las autoridades que impusieron la ley marcial en Polonia, Radio Solidaridad, una emisora clandestina, emitió el lunes durante ocho minutos.Los radiodifusores empezaron a transmitir en frecuencia modulada con una canción que se hizo célebre durante la ocupación alemana, de la segunda guerra mundial, informaron de las condiciones de internamiento en los campos, pusieron una canción popular antigubernamental y prometieron que volverían a emitir, el próximo 30 de abril, un programa regular.
La transmisión ha sido la prueba más evidente de la existencia de una oposición clandestina que se está organizando y comienza a darse a conocer cuatro meses después del golpe militar.
Hace días se distribuyeron octavillas en las que se pedía a los ciudadanos que escuchasen la transmisión el lunes, a las nueve de la tarde, en los 70,1 megaciclos. La emisión, dijeron algunos, era muy necesaria para levantar la moral de aquellos que se oponen a la ley marcial.
En una fiesta celebrada el lunes de Pascua en un apartamento de tres habitaciones situado en el piso diecinueve de un rascacielos, las conversaciones se interrumpieron a las nueve, mientras el anfitrión movía nerviosamente la aguja de su receptor. De pronto surgió una voz fuerte y clara: "Aquí, Radio Solidaridad". Todos en la habitación saltaban y se abrazaban.
Los radiodifusores se excusaron por tener algunas dificultades y pidieron a los oyentes que participasen en una experiencia conjunta.
Apaguen brevemente su luz tres, dos o una vez, en función de la calidad de su recepción.
El anfitrión. la apagó tres veces. Todo el mundo se precipitó a las ventanas y miró un edificio de apartamentos distante unos quinientos metros. Las luces se apagaban y encendían como bombillas de Navidad. Cada uno bebió un trago de vodka.
Los locutores, un hombre y una mujer, pidieron a los oyentes que les grabasen ;i les era posible, y dijeron que las autoridades podrían intentar imitarles para, presuntamente, difundir informaciones falsas.
'No podemos olvidar'
"Estábamos sentados en nuestra mesa de Pascua, y por un momento hemos; podido olvidar que vivimos en un país en estado de guerra, guerra declarada por las autoridades contra su propio pueblo", afirmó la locutora.
"Pero", agregó, "los mineros que murieron no están en esta mesa. Las cárceles retienen aún a más de 4.000 personas. No es verdad que el internamiento es mejor que la cárcel. Cada vez tenemos más informes que señalan malos tratos en los campos de internamiento".
Mencionó el caso de un estudiante de teología que fue tan maltratado en la prisión de Rakowiecka que su diafragma se desgarró y su vida estuvo en peligro.
"Permitan que recordemos estos hechos cuando se nos dice que la vida vuelve a la normalidad", añadió la locutora.
"No puede haber ninguna normalización en el país mientras se golpea a algunas gentes y se encarcela a inocentes, mientras los derechos humanos están siendo pisoteados. Aceptar esto como normal es no ser consecuente con sus principios".
"Tenemos que luchar por la liberación de los que están encarcelados, para la restauración de la dignidad humana. Nuestra emisora ha hecho suya esta lucha. Todos los polacos honorables tienen que hacer lo mismo".
A continuación se oyó una canción, acompañada por una guitarra, sobre los catorce días de huelga en la mina silesiana de Piast en protesta por la imposición de la ley marcial.
La sintonía de Radio Solidaridad era el estribillo musical de una canción llamada Hacha, pala, claro de luna y cristal, célebre durante la ocupación de la guerra. El estribillo, que alude a los tiempos en que Hitler trabajaba como pintor de brocha, afirma "el pintor tonto perdió la guerra".
Al final de la emisión los locutores recordaron que el martes se cumple el cuarto mes de la imposición de la ley marcial. Pidieron a los oyentes que apagasen sus luces de nueve a nueve y cuarto, una forma discreta, dijeron, de conmemorar la ocasión.
En la reunión del piso diecinueve, los oyentes estaban asombrados por la proeza tecnológica que permitió realizar la emisión y trataban de adivinar desde dónde se había efectuado. El tono era perfecto, comentaba todo el mundo, ni histérico ni grandilocuente, sino tranquilo y, en cierto sentido, apaciguador.
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