La lealtad del capitán general de Madrid
"La amistad y la lealtad se inician y se guardan para siempre", nos declaraba el teniente general Guillermo Quintana Lacaci el 26 de marzo pasado en su despacho oficial. "Esta conversación", añadió, "me revela que usted y yo tenemos un carácter parecido, somos personas muy tranquilas, pero con una gran capacidad de indignación. Cuando llega ese momento, antes de proceder procuro enfriarme y cuento hasta cien".El capitán general de Madrid declaró ayer a Televisión Española que "la Constitución será o no perfecta, pero ahí está, se modificará, pero la modificará el cuerpo legislativo que para eso está; de todas maneras, habrá que acatarla porque es la base para empezar a vivir en sociedad". "La Constitución", añadió, "la tengo sobre rrii mesa de trabajo y subrayada, porque creo que los hombres, para entenderse, tienen que respetar las leyes y tienen que empezar por respetar, guste o no, la ley de leyes que es la Constitución que ha sido aprobada por los españoles".
El teniente general Quintana Lacaci tomó posesión del mando de la I Región Militar el 11 de mayo de 1979, tras su ascenso y nombramiento por el Consejo de Ministros, el 20 de abril de aquel mismo año. En sus primeras palabras al acceder al mando trazó con claridad sus propósitos, a lo:s que se ajustó después con lealtad ejemplar: "Los ejércitos de un régimen democrático, en cuanto a política se refiere, deben estar inspirados en un respeto absoluto a la Constitución, que exige de las Fuerzas Armadas una actitud fuertemente apartidista, aunque de manera alguna apolítica".
En aquella ocasión dijo también que "las Fuerzas Armadas no pueden estar aisladas de la sociedad, aunque sí, apartadas de cualquier tipo de lucha política. La neutralidad de los mandos militares respecto a las luchas políticas es fundamental e indispensable. De lo contrario, se compromete la seguridad interna, así como la cohesión de los propios ejércitos. El
La lealtad del capitan general
militar, como ciudadano que es, tiene derecho a sus propios pensamientos políticos personales, pero no a manifestarlos públicamente haciendo propaganda de ellos. El poder político, el Gobierno, tiene como meta el bien común, y el militar, que ve que se busca el bien de la sociedad y de su Patria, ateniendose a la Constitución y a las leyes, debe en todo momento obedecer sus órdenes".El teniente general Quintana es un ejemplo extraordinariamente válido de cómo son perfectamente recuperables para el régimen democrático quienes probaron la honradez de su patriotismo sin dejarse ganar por las corrupciones al uso bajo situaciones anteriores.
Para un militar de su indiscutible trayectoria, con una hoja de servicios que no cede un ápice a la más destacada y honrosa, no ha supuesto trauma alguno asumir los valores constitucionales y fijar como punto de referencia al Rey, primer soldado de la nación.
A mediados de enero pasado, el general Quintana, al imponer el fajín al nuevo general Luis Lamarca, se enfrentó a la campaña de insidias que los ultras han desatado en el seno de las Fuerzas Armadas, y le advirtió: "No toleres nunca las murmuraciones, prohibidas en nuestras Ordenanzas, y persigue esas noticias insidiosas y falsas que son los bulos, por el mucho daño que hacen, y que no pretenden más que sembrar el malestar y la desunión entre nosotros".
"Existe", añadió, "una misión asignada a las Fuerzas Armadas en la Constitución, la ley de leyes del pueblo español, y que, para poder cumplirla, los militares deberán estar apartados de toda vida política y atentos a prepararse para cumplir su misión mediante su fundamental disciplina".
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