La apertura de la trucha volvió a resultar magnífica
La temporada de pesca de la trucha comenzó el pasado domingo con resultados excelentes. Los pronósticos eran favorables, al igual que el año pasado, por el inmejorable estado de los ríos. Sólo en los lugares de fácil acceso las capturas no fueron abundantes por la excesiva presencia de pescadores.La trucha es el pez más receloso que hay. Basta que advierta una sombra para que se esconda y se muestre ya con cautela ante cualquier cebo que se le presente. De ahí que en magníficos parajes, con abundancia de truchas, la apertura no resultara buena. Los pescadores acudieron en masa y lo único que hicieron fue asustar a las piezas. Todo lo contrario sucedió en los lugares más inhóspitos, donde los pescadores, con un mínimo de cautela para moverse por el río, pudieron hacer el cupo de veinte piezas en lo libre.
Niveles normales en los ríos
De unos años a esta parte, el primer día de pesca de la trucha viene a resultar muy favorable. Antes, con la abundancia de lluvias en esta época, los ríos solían bajar crecidos y con las aguas tomadas. La pesca se hacía difícil y había que esperar a mayo para que las capturas fueran abundantes. Ahora, los ríos presentan unos niveles normales que facilitan la pesca y, al revés que antes, es a partir de mayo cuando las capturas se hacen más complicadas de conseguir por la escasez de agua en los ríos no excesivamente caudalosos. El estado normal de los ríos, con aguas claras, obliga en estos primeros días de la temporada de salmónidos a emplear sistemas de pesca propios de verano. La línea, por ejemplo, tiene que tener un grosor mínimo -del 12% al 18%, para pescar con cebo natural, y del 16% al 22% cuando se utilice cebo artificial-, siempre en función de la transparencia de las aguas, de tal manera que la magnífica visión de la trucha no le permita ver que el cebo está sujeto a un hilo. Se trata de pescar más fino y, consiguientemente, más deportivo.Tampoco hay que olvidar el mimetismo que debe guardar el pescador con respecto al entorno que le rodea, con el fin de que su presencia pase inadvertida ante la trucha. Para ello, si es preciso, conviene pescar alejado lo más posible de la orilla.
La pesca de la trucha, además de en las zonas libres, también puede practicarse en los ochocientos cotos que tiene el Icona. Se accede a ellos mediante un permiso y, por lo general, el cupo de piezas es menor que en lo libre.
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