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El niño que estuvo perdido durante tres días en León se ha recuperado de forma espectacular

La increíble aventura de Roberto Medina Guerra, el niño de tres años que sobrevivió durante varios días perdido en la montaña leonesa, ha terminado en el Hospital Provincial de León de una forma no menos espectacular: el niño se ha recuperado por completo de las dolencias que le aquejaban -otitis, deshidratación e irritación de la garganta- después de pasar tres noches a la intemperie y caminar no menos de cinco kilómetros monte arriba, soportando temperaturas de varios grados bajo cero sin otra vestimenta que un jersei de lana, unos pantalones y unas zapatillas de paño.

La médica de guardia, Carmen Naveira, confirma que le han sido retirados los sueros, que se encuentra completamente rehidratado. "Sólo faltan los resultados de psiquiatría" para que pueda volver al pueblo de sus padres, Posada de Valdeón, en el límite de las provincias de León, Asturias y Santander (Picos de Europa). Por su parte, los psiquiatras aseguran que no parecen existir problemas para concederle el alta, habida cuenta de que las tres noches pasadas en pleno bosque no han producido ningún trauma en la mente del niño: no tenía miedo; sólo hambre, sed y frío, lo que resulta un caso insólito para los médicos."Cuando he empezado a comprender ha sido esta mañana a las nueve", dice el padre, Francisco Medina, "después de dormir una noche tranquilo". Asegura encontrarse agotado tras andar no sabe cuántos kilómetros monte arriba y abajo. "Oiga", asegura, "que eran tres días y tres noches caminando sin dormir, y a veces sin parar para comer". Un guardia civil le dijo que recorrió en ese tiempo no menos de ochenta o cien kilómetros.

El niño había desaparecido el miércoles y cerca de 250 personas, entre vecinos, fuerzas de la Guardia Civil y el Ejército, ayudadas por perros policías, se aplicaron desde entonces a una búsqueda continua y sin resultados. Dos jóvenes motoristas, que se habían sumado a última hora a los grupos de rescate, le encontraron a las tres de la tarde del sábado en lo alto de un monte donde solían practicar el motocross.

El padre se ha acostumbrado ya a contar a los periodistas la historia. "Yo", dice, "a las once de la mañana del sábado, cuando hicieron las 72 horas de la desaparición, pensaba que la Guardia Civil me lo iba a rescatar ahogado de algún pozo del río Porma, que pasa a cincuenta metros de la casa, o que estaba muerto o comido por alguna alimaña. Esta es una zona de lobos, oiga, y de jabalíes y de zorros.

Donde yo subí el primer día, a unos cuatro kilómetros, vi perfectamente la huella del lobo en el camino".

El milagro

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Francisco Medina, que afirma haber estudiado "con los frailes" y tener ahora carné del PSOE, explica luego que tanto el gobernador civil como el obispo de León y los médicos que han visitado o examinado al niño no comprenden cómo pudo resistir sin daño alguno el frío de la montaña. ("Menos de siete o ocho grados bajo cero no había, y a los que íbamos en su búsqueda se nos helaban las orejas y se nos caía el moquillo, como a los viejos".) El niño, mientras tanto sólo llevaba un jersei, pantalones y unas zapatillas de paño, sin que hubiera una cueva en los alrededores para cobijarse ni arroyo donde pudiera beber.

El sábado, los familiares habían optado por hacer una pausa y comer, con el convencimiento de que el niño ya había fallecido El padre afirma que debió de ser un milagro, porque tiene en casados imágenes de! la Virgen del Pilar -"yo estuve trabajando unos años en Zaragoza antes de casarme"- siempre con la luz encendida. Ese día "subí arriba a por tabaco, me puse de rodillas, le recé una salve y en esto nos ponemos a comer; a las tres en punto, menos un mínuto, nos trajeron al niño: no se me olvidará la hora mientras viva"."Yo pegué un salto y recuerdo que hasta me llevé la silla por delante. Salí corriendo como un loco y ya vi a un capitán de la Guardia Civil que traía a Roberto. Iba mirando para todo el mundo tan tranquilo; para mí, alguien lo tenía protegido".

El padre se muestra orgulloso de su hijo. Dice que desde el caserío hasta el lugar donde fue encontrado hay exactamente cinco kilómetros y 220 metros -"lo midió un Land IZover de la Guardia Civil"-, y que los médicos suponen que no dejó de andar en ningún momento, por lo que incluso se encontraba "de vuelta" cuando lo encontraron. "El niño subió monte arriba y habrá personas, a lo mejor, de cuarenta años que no tienen salero a ir donde estaba, con tanta maleza".

No se recuerda ningún caso parecido en los pueblos de la zona. Solamente en Cerezales, a unos seis kilómetros del lugar, una niña de cinco años se perdió ,años atrás y fue encontrada al día siguiente, en condiciones meteorológicas mucho más benignas. Todos creen que el hecho de que el niño hubiera nacido en Posada de Valdeón, acostumbrado al clima extremado de los Picos de Europa, donde resulta habitual que los pueblos queden incomunicados durante el invierno por causa de las nevadas, explica su gran resistencia fisica al frío.

Ahora, la familia se dispone a regresar a su pueblo de origen, dejando el caserío donde han trabajado como asalariados durante apenas quince días. El padre estaría dispuesto a continuar en el lugar porque las condiciones de trabajo parecen buenas: "Pero mi mujer no quiere, ¿comprende?. Además, el río Porma pasa a cincuenta metros de la casa y los críos son muy trastos".

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