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La CEE promueve un 'quinto canal' de televisión 'completamente europeo'

Soledad Gallego-Díaz

Dentro de algunos años -pocos-, los ciudadanos de los países miembros de la Comunidad Económica Europea (CEE) podrán ver en sus televisores un programa completo europeo: informativos, variedades, emisiones culturales o dramáticas. La iniciativa ha partido del Parlamento de Estrasburgo, que ha pedido a los Estados miembros del Mercado Común que reserven el quinto canal de sus satélites nacionales para la difusión de este futuro programa.La idea no es nueva. Desde hace muchos años, los partidarios de una Europa unida defienden que la televisión europea es el mejor camino para crear esa conciencia europeísta que animó a los padres del Mercado Común.

Incluso ya se han dado los primeros pasos: la Unión Europea de Radiodifusión, de acuerdo con las televisiones del Reino Unido, Italia, la República Federal de Alemania y los Países Bajos, ha preparado una emisión experimental, que se realizará a través del satélite OTS y que comenzará a transmitirse el próximo mes de mayo. Cinco semanas, a lo largo de todo el año, las televisiones nacionales de dichos países recogerán un programa único.

Sin embargo, las dificultades del proyecto de crear una televisión europea permanente son muy grandes. Primero, encontrar el tipo de programas capaces de interesar a los ciudadanos de diez países distintos (o doce, cuando ingresen España y Portugal), aunando sus diferentes culturas sin realizar por ello terribles plomos sobre las instituciones europeas o sobre el Derecho en la CEE, sino un programa vivo, similar al que pueden ofrecer ahora los canales estatales o privados.

Segundo, utilización transnacional de los satélites de comunicaciones. Como afirmó el vicepresidente de la Comisión Europea, Lorenzo Natali, ante el Parlamento, si la Europa Comunitaria no es capaz de encontrar la fórmula, serán las compañías multinacionales las que, en un plazo corto, lo hagan.

Tercero, el control de dichos programas. La resolución del Parlamento Europeo cosechó algunos votos contrarios desde la izquierda, precisamente porque no se introdujo ninguna mención al carácter independiente que deberían tener las emisiones. Para el socialista holandés Van Minnen, que realizó un informe para el Parlamento, el problema clave será evitar la politización de los programas y la censura por parte de los Gobiernos. Existe el riesgo -explicó- de terminar realizando emisiones exclusivamente de tipo ligero para evitar esa censura gubernamental. Debe estar garantizada, por otra parte, la diversidad de opiniones y desterrarse completamente la idea de un programa que se limite a hablar de Europa como si fuera un organismo.

División de opiniones

La fórmula más indicada podría ser una entidad de derecho público, financiada por la Comunidad. La propuesta está ya lo suficientemente avanzada como para que los parlamentarios europeos discutan seriamente si debería aceptarse publicidad o no. Las opiniones están divididas.

También hay división de opiniones sobre el grado de independencia profesional y el papel que deben jugar las instituciones europeas (Comisión, Parlamento, Consejo de Ministros). El diputado del Partido Popular Europeo, el alemán. Hahn, parece no tener mucha confianza en la independencia y sentido europeísta de los periodistas, como quedó reflejado en un informe. Por el contrario, el liberal belga Beyer defendió el papel que deberían jugar los periodistas: los profesionales hablarán de Europa -dijo- si Europa hace algo como para que se hable de ella. Beyer consideró justo que los profesionales de la información sean recelosos ante la idea de unos informativos realizados por funcionarios.

"Hay que elegir entre la pasividad ante los adelantos de la electrónica o el voluntarismo activo", afirmó Natali. La CEE debe recoger la iniciativa del Parlamento y comenzar a estudiar seriamente la creación de la televisión europea: un mismo programa, con diferentes lenguas, para varios países. Evidentemente, hay muchos problemas -reconoció el vicepresidente de la comisión-, como su definición jurídica, su financiación, la independencia profesional, el papel de los organismos comunitarios o la cooperación política entre los Gobiernos, pero si Europa no empieza a estudiar las opciones posibles se puede encontrar un día con que existe ya un programa transnacional lanzado por particulares.

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