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Reportaje:El éxodo del campo/ y 3

La España sin hoy

Galicia, Extremadura, Andalucía, la meseta septentrional castellanovieja y leonesa y La Mancha rivalizan en esta clasificación negativa. La depresión económica y penuria existencial de la Galicia interior (la mayor parte de Lugo y Orense y las partes no litorales de La Coruña y Pontevedra) se prolonga por León, Zamora, Salamanca y Extremadura -siguiendo exactamente la raya fronteriza con Portugal-. La depresión se acentúa, si cabe, aún más en todas las tierras que caen bajo el influjo del Sistema Ibérico (la mayor parte de Guadalajara, Soria, Cuenca y Teruel), así como en la Andalucía de las sierras.Las sucesivas estadísticas del Instituto Nacional de Estadística (INE) o los estudios bianuales sobre renta, población, producciones, etcétera, del servicio de estudios del Banco de Bilbao nos ayudan a cuantificar a grandes líneas la España sin mañana o la España sin hoy. Pero para llegar a un mayor detalle es preciso acudir a otras fuentes como el Anuario comercial de Banesto, así como a algunos estudios escasamente difundidos que realiza el Ministerio de Agricultura. (Y nada mal viene luego darse unas cuantas vueltas sin pretensiones turísticas por las tierras aquí enumeradas.)

Casi 500 comarcas

España queda dividida en 458 grandes comarcas. Pudiéramos decir comarcas naturales que, claro es, engloban a una serie de municipios (en España aún hay al día de hoy 6.931). Para cada una de estas grandes comarcas se ha realizado un estudio y establecido una serie de puntuaciones o índices que miden el grado de desarrollo o de atraso de cada comarca: su aumento o regresividad poblacional, la diversificación o monocultivo de sus actividades económicas, la infraestructura de sus comunicaciones por carretera y teléfono, su equipamiento social colectivo (abastecimiento de aguas, red de alcantarillado, luz eléctrica, etcétera).

De los índices resultantes se concluye que 140 comarcas -del total de 458- disfrutan (que será mejor escribir padecen) un nivel de vida sumamente atrasado, y que las situadas en los setenta lugares tienen niveles de bienestar (será mejor escribir de malestar) similares al hurdano.

Y escribo similares al de la comarca de Las Hurdes porque al hacerlo cualquier lector se da perfectamente cuenta de lo que se quiere denunciar. (Aunque es verdad que Las Hurdes actuales se parecen poco a las tristemente célebres, también es cierto que en la selección de comarcas a que me vengo refiriendo la comarca hurdana ocupa el penúltimo lugar. El farolillo rojo del atraso se lo lleva otra comarca: la zamorana de Alcañices, en plena raya de Portugal, de las que Las Hurdes están también a un tiro de piedra.)

Sólo tres regiones o nacionalidades no cuentan con ninguna comarca deprimida hasta los extremos de esas 140 catalogadas como las más atrasadas, aunque los catalanes hablen de que hay una Cataluña pobre, o los vascos recuerden a una Euskadi rural menos pujante que la industrial, o los valencianos se refieran a la terrible sequedad de sus comarcas interiores. Pero lo cierto es esto: que sólo Euskadi, Cataluña y el País Valenciano están libres de tal lacra de miseria. Baldón que cae con todo su peso sobre otras tres regiones que se revelan corno las más altamente marginadas: Galicia, Extremadura y Andalucía.

De las setenta comarcas clasificadas en los últimos lugares por su grado de desarrollo, cuarenta pertenecen a estas tres regiones. Y de entre ellas resalta Galicia, donde diecinueve grandes comarcas están incursas en las setenta últimas. Casi el 70% de la tierra gallega y el 50% de las regiones andaluza y extremeña quedan clasificadas como sumidas en el atraso social y económico, a niveles casi -o sin casi- tercermundistas.

Si nos detuviéramos ante un mapa donde se ubican esas 140 comarcas deprimidas podríamos distinguir clara y diáfanamente cinco grandes bolsas de pobreza. La primera, en el Noroeste, formada por la Galicia interior y grandes zonas de León y Zamora. La segunda, en las provincias donde asienta sus reales el Macizo Ibérico: Cuenca, Teruel, Guadalajara y Soria, con parte de Burgos. La tercera, en el Sureste: zonas de la Andalucía Oriental (Granada, Almería, etcétera), más Albacete. La cuarta, en el Suroeste (Córdoba, Huelva, Cádiz, sierra norte de Sevilla, etcétera), y quinta, toda la raya, la frontera con Portugal, que constituye por ambos lados -tanto por el español como por el lusitano- un verdadero muro de la vergüenza ibérico. Puede decirse que es posible dar la vuelta a España sin salir de sus bolsas de pobreza. A lo más -en alguna ocasión-, dando un pequeño salto.

Para el lector curioso, enumerar simplemente las veinticinco comarcas consideradas como más atrasadas, haciéndolo por orden de mayor a menor pobreza: Alcañices (Zamora), Pinofranqueado (Las Hurdes, Cáceres), Monterro so (Lugo), Quiroga (Lugo), Becerreá (Lugo), Fonsagrada (Lugo), Bande (Orense), Beteta (Cuenca), Viana del Bollo (Orense), La Cabrera (León), Xinzo de Limia (Orense), Alcaraz (Albacete), Sorbas (Almería), Orgiva (Granada), Anchuras (Ciudad Real), Montefrío (Granada), Villalba (Lugo), Mombuey (Zamora), Castro del Rey (Lugo), Alhama (Granada), Valverde (Tenerife), Santistéban del Puerto (Jaén), Huéscar (Granada), Sarriá (Lugo), Xantada (Lugo) y Verín (Orense).

Para concluir, poner de manifiesto la ruralidad y agrarismo de todas estas comarcas y resaltar la coincidencia en términos generales -salvo en los casos de las zonas de montaña del interior, es decir, del Macizo Ibérico, y en ciertos casos dé comarcas de la raya de Portugal- de las grandes zonas subdesarrolladas con las regiones donde se dan los extremos más notorios de la propiedad y explotación agraria: el latifundio de Extremadura, Andalucía y La Mancha y el minifundio de Galicia, parte de León y Zamora.

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