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La Real se desfondó en el Manzanares

Al cuarto de hora de juego, con benevolencia, creí que la Real Sociedad había venido al Manzanares con el pensamiento puesto en el encuentro de Copa ante el Madrid, el próximo miércoles. A la media hora hubo que preguntarse qué era realmente lo que estaba pensando la Real. El equipo donostiarra realizó ante el débil Atlético el peor encuentro de los últimos años. La Real no pareció ser aspirante al título liguero. Los de Atocha dieron la sensación de encontrarse desfondados físicamente.No me gustó que Arconada saliera vestido de naranjito y luto, y me sorprendió que el equipo luciera medias totalmente blancas. Pese a que el uniforme se distanció del clásico, la Real se pareció enormemente, como confesó un forofo donostiarra, al equipo de Pérez, Paz y Basabe. Es decir, estuvo en su juego más cercano al equipo ascensor y cerrojista de antaño que al exultante campeón de las dos últimas campañas (moralmente también lo fue en 1979-1980).

El Atlético lanzó diecisiete córneres contra el marco de Arconada, y Mejías no recibió ninguno Hasta el minuto veinticuatro el guardameta atlético no tocó la pelota. Afortunadamente para él, la tarde estuvo soleada. En una jornada de temperatura menos benigna hubiera tenido que recurrir a la bota de algún aficionado para poder entrar en calor.

La Real se quedó atrás desde el comienzo. Tanto que incluso Satrústegui mereció mejor nota como defensa que como delantero. La excusa realista puede ser la lesión de Zamora. Mas no es suficiente. Un equipo que no arrojaba la toalla no podía salir al Manzanares a verlas venir.

El primer tiempo fue pésimo. El segundo se salvó por los goles y porque el Atlético puso algún genio en sus acciones al percatarse de que delante tenía un conjunto que naufragaba y se encomendaba a la fortuna para no salir derrotado. En el primer período se echó incluso de menos al árbitro. Ni siquiera hubo motivos para que distrajera la atención. Los cinco primeros minutos se jugaron en silencio, y no hay cosa más triste que un campo de fútbol sin murmullos. Cuando se juega tan mal habría que marcar a los jugadores una meta, como en los patios de colegio. Por ejemplo, el descanso tras el tercer gol. A veces son mucho más interesantes esos encuentros en los que los capitanes escogen equipo y preguntan: ¿A cuántos vamos?

Arteche, que en la primera parte dio pases a los agujeros negros -lo del hueco es, naturalmente, otra cosa-, en la segunda quiso ser "Atechenbauer", y lo consiguió con ese gol que abrió las esperanzas para el mantenimiento en primera división de los jugadores rojiblancos. La Real jugó tan mal que los finos estilistas Juanjo y Balbino no desentonaron. Hasta López Ufarte entregó balones a los contrarios.

La Real dio la impresión de encontrarse físicamente en muy mal momento. Tanto que sí no reacciona lo pasará muy mal frente al Madrid. El proyecto realista era llegar al tranco final del campeonato con la punta de velocidad necesaria para imponerse en los encuentros decisivos. La Real tiene poco que decir ya en el campeonato. La derrota en el Manzanares le ha alejado del Barça. Su recurso está en la Copa.

Ormaechea recurrió en los momentos finales a Murillo para que Alonso jugara un poco más adelantado, pero el centrocampista internacional acusó los mismos problemas físicos que ante Escocia. El Atlético, que en principio situó excesivamente adelantado a Dirceu, lo que era peligroso porque ello significaba renunciar al único hombre capaz de armar el juego, ganó por fuerza desde el centro del campo un partido apriorísticamente muy difícil. Quique estuvo más entonado que en los encuentros anteriores, y Dirceu, cuando retrasó su posición, mandó y encontró la posición ideal para marcar su golito. En el Atlético solamente pueden anotarse dianas Dirceu y Ruiz, o Arteche de cabeza. Los delanteros no tienen ni escopeta de aire comprimido.

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