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Se espera un resultado muy cerrado en las elecciones irlandesas

Andrés Ortega

Los ciudadanos de la República de Irlanda acudieron ayer a las urnas para elegir un nuevo Parlamento, tras la caída del Gobierno de coalición entre el partido Fine Gael, que encabeza Garret Fitzgerald, y el partido Laborista, por un voto, el 27 de enero. En el debate sobre un austero nuevo presupuesto, el tema económico -verdadera prioridad irlandesa en estas elecciones- ha dominado una campaña electoral que ha carecido del estilo presidencialista de anteriores ocasiones.

Las encuestas de opinión preveían una dura lucha entre la coalición y el partido que dirige Charles Haugey, Fianna Fail. El voto de un pequeño porcentaje de electores en unos pocos distritos claves determinará quién será el próximo primer ministro irlandés.Los resultados no se conocerán seguramente hasta bien entrado el fin de semana, dado el complicado recuento que supone el sistema del voto único transferible.

Haughey estuvo bien visible al principio y al final de la campaña, pero su impopularidad personal, frente a la de su partido, forzó a la maquinaria del Fianna Fail a retirarle a un segundo plano. De estas elecciones depende el futuro de Haughey, que reemplazó a Jack Lynch a la cabeza del Gobierno y del partido en 1979. Los electores podrían, sin embargo, haber preferido al Fianna Fail sobre sus contendientes, dada la mayor unidad, estabilidad y experiencia en el Gobierno de esta organización.

Las personalidades son importantes para unos ciudadanos que otorgan tanto o mayor peso al jinete que al caballo. Es, sin embargo, el juicio del electorado sobre las medidas económicas propuestas por Garret Fitzgerald, primer ministro saliente, lo determinante. Preocupado por el endeudamiento exterior de la República -superior per cápita al de Polonia- y el déficit presupuestario, Fitzgerald quiso imponer en su presupuesto general unas medidas impopulares.

Entre ellas, figuraban la subida a un 18% del impuesto sobre el valor añadido y el aumento del impuesto sobre tabaco, alcohol y gasolina. Con estas medidas, el primer ministro saliente esperaba reducir en 60.000 millones de pesetas el presupuesto, una cifra considerable en el contexto irlandés.

Con una inflación de un 23% y un paro de un 12%, Haughey prefiere no hablar de estadísticas ni detallar su programa económico, capitalizando en esta incertidumbre los buenos recuerdos de la época de prosperidad en Irlanda, en los años inmediatamente posteriores a su ingreso en la CEE.

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