Seis familias gitanas del barrio de Hortaleza atemorizan a sus vecinos
Seis familias gitanas, establecidas en un solar de la calle Bueso Pineda, de Hortaleza, mantienen en permanente alarma a un barrio que, hace unos doce años, acogió con los brazos abiertos a estos inmigrantes. Los gitanos cuentan con cinco perros especialmente entrenados para dar caza a los gatos de los vecinos y atacar a las personas, llegado el caso. Como consecuencia de las tensiones permanentes ocasionadas por estas familias gitanas, los propietarios de las casas contiguas al campamento han optado ya por abandonarlas y trasladarse a otras barriadas.
Hace más de diez años, vecinos del barrio con función dirigente dentro de la asociación de Portugalete decidieron pedir a las autoridades del distrito que dejasen sin efecto la normativa vigente, que obligaba a los gitanos a cambiar de distrito cada mes. Se trataba de un grupo de familias gitanas portuguesas llegadas a España tras la guerra de Angola y que habían recibido, por. escrito, un permiso provisional para ocupar un solar no vallado situado en la calle de Bueso Pineda, cerca del cruce de ésta con la calle de Asura. Durante un tiempo, estos gitanos habían logrado salvar los obstáculos oficiales a efectos de establecimiento cambiando su domicilio desde este solar a otro situado al otro lado de Asura, límite entre los distritos de Hortaleza y de Ciudad Lineal.En un principio, los gitanos acudieron incluso a la asociación de vecinos, y hasta prometieron "dinero para los pobres" si se les permitía utilizar los locales públicos para celebrar una boda.
Las familias gitanas llegadas al principio terminaron por marcharse, pero un viejo gitano, desvinculado de ellas, permaneció en el solar y trajo a otras familias. El gitano que permaneció en el campamento es depositario de un documento por el que se le permite continuar en el solar, y este gitano lo utiliza como si se tratase de un título de propiedad que le permite tener alquilados y realquilados siempre gitanos portugueses.
Urge una solución
Cuando la convivencia se hizo imposible, la asociación de vecinos pidió a la Junta Municipal del distrito de Hortaleza que aplicase otra solución, como el traslado de estas familias a otros lugares de Madrid donde existiese un plan coordinado.
A fines del año pasado las confrontaciones en torno al campamento gitano se acentuaron. Un día, a finales de noviembre, tuvieron que intervenir las dotaciones de ocho coches zeta para impedir que los habitantes del poblado linchasen a un hombre que salió en defensa de una mujer que había dado con su coche un golpe sin consecuencias a un niño gitano que se le había abalanzado. El hombre hubo de ser hospitalizado con numerosas fracturas de diverso pronóstico. En el verano anterior, un gitano pereció en un tiroteo que se produjo en el poblado.
Los vecinos denuncian irregularidades constantes: a medida que aumenta el número de establecidos en el campamento, los límites de éste se ensanchan, y así, han ocupado ya solares limítrofes. "De uno de ellos los servicios municipales se llevaron cuatro camiones de porquería", dice un vecino.
En el número 51 de Bueso Pineda los gitanos han realizado una derivación ilegal y disponen de luz gratis, según todos los indicios.
El temor cunde entre los payos, y desde el número 47 al 62 de Bueso Pineda sólo vive ya una familia, a la que acosan constantemente los chicos del poblado incluso con armas deportivas.
La suspicacia entre las dos comunidades es ya general, y a ella se ha llegado desde una situación en la que se buscó un objetivo humanitario por parte de los vecinos de la colonia: ahora las inquietudes por la promoción de los gitanos se han convertido en animosidad.
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