Miembro de ETAm condenado a setenta años de cárcel por el asesinato de dos militares

La Audiencia Nacional ha condenado a setenta años de cárcel al miembro de ETAm Isidro Echave Urrestilla, como autor de los asesinatos del general Juan Manuel Sánchez Ramos y del teniente coronel José Antonio Pérez Rodríguez, ocurrido en la calle de Bristol, en Madrid, el 21 de julio de 1978. La condena a Echave Urrestilla incluye asimismo dos delitos de utilización indebida de vehículo a motor y otro de depósito de armas de guerra.La sentencia declara hechos probados que Isidro Echave Urrestilla, de veinticinco años de edad, era miembro, junto con otras dos personas más que no han sido juzgadas, de un comando ilegal de la organización ETA Militar. Los tres miembros del comando fueron trasladados desde Francia en un camión hasta la gasolinera Ongui Otorri, en la localidad de Alcobendas (Madrid), donde les esperaba otra persona que les facilitó alojamiento en el barrio madrileño de Saconia. Posteriormente, y tras comprobar las informaciones recibidas, el 21 de julio de 1978, robaron un taxi a punta de pistola y en él se trasladaron a la calle de Bristol de la capital, donde realizaron el citado atentado.

Por otra parte, entre veinte y veintiséis años de prisión menor solicitó el fiscal para las cinco personas presuntamente autoras del asalto y robo de armas a la Jefatura del Sector Aéreo de San Sebastián, ocurrido el 16 de noviembre de 1980, que están siendo juzgadas en consejo de guerra que se celebra en Zaragoza como sede de la III Región Aérea. En el hecho resultó gravemente herido el coronel Gómez Arnalde, jefe del aeropuerto de Fuenterrabía.

Los juzgados fueron cuatro hombres (uno de ellos en rebeldía) y una mujer. A lo largo del juicio todos declararon ser militantes de ETA Político-militar, a excepción de la mujer, que dijo ser simpatizante.

La defensa, que estuvo a cargo de Francisco Abiagueta y Juan María Bandrés, pidió la libre absolución de los inculpados, basada en la inocencia de los mismos respecto a los cargos que se les imputaban.

Los cuatro detenidos habían admitido por escrito previamente su culpabilidad, pero la defensa alegó que la confesión se había producido debido a violencias e intimidación.