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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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Las elecciones al Parlamento andaluz

A raíz de la aprobación en Consejo de Ministros de la fecha del 23 de mayo para la celebración de las elecciones al Parlamento andaluz, puede afirmarse que ya ha comenzado la campaña electoral de las mismas. Los congresos regionales del PSOE y AP -y después lo será el de UCD- han estado dominados por esta perspectiva. Todos los partidos aspiran a tomar buenas posiciones de salida. Los comentaristas políticos multiplican sus análisis. No estaría de más, por tanto, que señaláramos lo que desde el punto de vista andalucista estas elecciones son y pueden significar para el pueblo andaluz.Hay una tesis primera y elemental: es evidente que más allá de los textos legales -autonomías por uno u otro artículo de nuestra Constitución-, lo que cuenta o ha de contar es en manos de quiénes esté el poder en el futuro Gobierno de la comunidad autónoma. Tan es así, que todo puede quedar reducido a una simple autonomía administrativa -descentralización burocrática-, por mucho artículo 151 que se haya seguido en su tramitación, si la fuerza política dominante sigue siendo dependiente de un poder central, sea éste de izquierdas o de derechas. La verdadera autonomía política sólo es posible si está protagonizada por unos partidos políticos propios, autóctonos -nacionalistas, en una palabra- que sepan hacer valer su fuerza ante el poder central. Así lo están comprendíendo incluso algunos sectores del propio PSOE, cuando por boca de Rafael Escuredo ha pedido mayor autonomía -casi soberanía- para su partido a nivel andaluz, y hasta se atreven a asumir no sólo la herencia del "andalucismo histórico", sino el propio "nacionalismo de clase", que ha sido el fundamento teórico del PSA.

La razón es muy sencilla: Andalucía tiene graves problemas de subdesarrollo. Estos problemas proceden principalmente de la forma como se ha integrado -se ha relacionado- nuestra economía con el resto de la economía española. Nuestra economía es una economía dependiente, marginada, a la que se le ha atribuido el papel de mano de obra, recursos fáciles, mercado abierto y capital succionable. Es decir, Andalucía es un área tercer mundista. En tanto en cuanto estas relaciones persistan, será imposible salir del círculo vicioso del subdesarrollo. Antes al contrario, el foso se irá ensanchando. Es la propia mecánica del desarrollo económico quien así lo exige.

Autonomía en igualdad de condiciones

Nuestra autonomía, por todo ello, no puede ni debe ser separatista. No se trata de romper amarras y embarcarse ahora en la peregrina aventura de un desarrollo autárquico. Se trata de modificar -no romper- la índole de estas relaciones. Se trata de cambiar el modelo dependiente por otro interdependiente, mediante el cual estemos en una mayor igualdad de condiciones.

Ahora bien, por supuesto que tamaña empresa sólo será posible si se cuenta con un poder político fuerte, capaz de tomar decisiones por sí mismo, y que no esté mediatizado por intereses políticos generales a nivel de todo el Estado español. Por supuesto que un poder político propio nunca podrán proporcionarlo unos partidos como PSOE, UCD, AP o PC -por muchas A que agreguen a sus respectivas siglas-, ya que siempre estarán mediatizados por lo que sus órganos directivos decidan en Madrid.

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Así pues, lo que la autonomía de Andalucía sea o deje de ser en el futuro depende de la fuerza política que predomine en ella. Y esto se va a dilucidar en las próximas elecciones. No hay autonomía política posible sin un partido nacionalista. Y por supuesto que no es lo mismo que el poder recaiga en un partido de ámbito estatal, cuyos objetivos consisten en mandar en Madrid, y por lo tanto utilizan lo regional como campo de batalla -un pulso más- para conservar o conquistar el poder central. Se diga o no se diga, se estaría en presencia de una descentralización administrativa. La política se haría a nivel estatal, y las decisiones -como la LOAPA- las tomarían unos determinados señores en Madrid. Los ejemplos de Cataluña y el País Vasco, frente a Galicia, son manifiestos. Los primeros pueden al menos contestar. Los segundos siempre serán sumisos a lo que en Madrid decidan entre UCD y AP. ¿Acaso no estamos expuestos a que la política andaluza quede sometida a los vaivenes de una concertación o un enfrentamiento entre UCD y PSOE, y siempre en aras de sus respectivos intereses generales a nivel estatal?

¿Aumento burocrático?

Se trata, en difinitiva, de dilucidar si la autonomía va a servir para algo, o en última instancia se reduce a un simple aumento de la burocracia. Porque la autonomía no servirá para nada si no tiene capacidad de decisión política y financiera: si no tiene fuerza para incidir en el desarrollo económico-social, para sacarlo de la dependencia en que se encuentra sumido: si no está fundamentada en un poder real. ¿Y quién da ese poder real? Por adelantado que hace falta un instrumento político que sea de obediencia exclusivamente andaluza, y no esté expuesto a los superiores intereses de una estrategia a nivel estatal.

Nos encontramos, en definitiva, con una doble dialéctica, que hace especialmente complicada la próxima confrontación electoral andaluza. Al fin, y al cabo, como hemos dicho en otra ocasión, todo el proceso autonómico es un "sistema de contradicciones dialécticas". En primer término, la dialéctica centro-periferia; poder autonómico-poder central; contar o no contar con poder propio. En segundo lugar, la dialéctica izquierda-derecha, o sea, en manos de quien esté ese poder andaluz, ya que no es lo mismo que sea detentado por las clases dominantes de siempre, a que sea protagonizado por las clases populares, también dominadas de siempre. No es lo mismo un nacionalismo de izquierda, de clases populares, dispuesto a cambios estructurales, que un seudonacionalismo de derechas, obediente a los intereses de la burguesía dependiente andaluza, y que en última instancia dejaría intactas unas relaciones subordinadas al resto de la economía española. La gran novedad y enorme importancia de la autonomía andaluza es que por tratarse de un área subdesarrollada, tercermundista, necesita ser protagonizada por un partido nacionalista de izquierdas, lo cual la va a diferenciar sustancialmente del resto de las autonomías españolas -Cataluña, País Vasco, Galicia-, hasta aquí dominadas por la derecha. Se trata de comprender cuál es el verdadero frente de lucha. Se trata de no confundir los verdaderos objetivos de la batalla. El voto útil en esta ocasión no es para acercarse más -PSOE- o conservar mejor -UCD- a la Moncloa, sino para constituir un poder andaluz que pueda hacer frente, con un mínimo de garantía, a los graves problemas de esta comunidad autónoma.

José Aumente es médico, militante del PSA.

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