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El terrorismo en Italia

Las incógnitas que en la actualidad se plantean los recién llegados son, en términos generales, las siguientes: ¿se ha recrudecido, después de un período de calma, el terrorismo en Italia? ¿Ha fallado la acción antiterrorista del Estado? ¿Sigue siendo el terrorismo una amenaza seria a la estabilidad política italiana?La respuesta a la primera cuestión puede darse en términos estadísticos. El número total de muertes atribuidas al terrorismo en los once primeros meses de 1981 es de veintisiete. Esta cifra ha de compararse, con las veinticinco muertes de 1974 (año en que hizo explosión la bomba del tren Italicus), las cinco de 1975, las nueve de 1976, las diez de 1977, las veinticinco de 1978 (el año del asesinato de Aldo Moro), las veintidós de 1979 y las 124 de 1980 (que incluyen las noventa muertes provocadas por la bomba de la estación de ferrocarril de Bolonia).

No hay tregua

De estas cifras se desprende que el terrorismo sigue siendo tan asesino como en los últimos cinco años. Sin embargo, otras cifras relacionadas con acciones terroristas son más esperanzadoras: 2.128 en 1977, 2.395 en 1978 (año récord), 2.366 en 1979, 1.264 en 1980 y 791 en los primeros once meses de 1981.

El número de terroristas encarcelados en la actualidad, en espera de juicio o juzgados, ha alcanzado, a finales de octubre de 1981, la impresionante cifra de 1.496. De ellos, 1.109 pertenecen a la extrema izquierda (incluidos 444 miembros de las Brigadas Rojas) y 387 pertenecen a la extrema derecha. Resumiendo: no ha habido un recrudecimiento del terrorismo, pero tampoco se ha producido una tregua. En total ha habido menos terrorismo en Italia en los últimos dos años que a finales de la década de los setenta, pero de un tipo más sangriento. Sin embargo, el número de sospechosos de terrorismo y de las acciones terroristas sigue siendo tan alto que no queda otra alternativa que estar de acuerdo con el primer ministro, Giovanni Spadolini, cuando dice: "Aún no hemos ganado la guerra contra el terrorismo".

¿Habrá que acabar reconociendo que ha fallado la acción antiterrorista del Estado? Creo que la respuesta correcta a esta pregunta sería la misma que se podría dar para el mismo caso en relación con la acción antiterrorista del Gobierno británico en Irlanda del Norte (aun cuando las condiciones son totalmente distintas, el nivel del terrorismo en Italia es mucho más bajo y no tiene efectos reales sobre la vida cotidiana). Es decir, las fuerzas de seguridad británicas han conseguido contener la expansión del terrorismo, pero no lo han destruido.

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El terrorismo en Italia no abarca más que una ínfima parte de la población. No ha conseguido apoyo popular y ha ganado al credo de la violencia revolucionaria a la clase obrera. Si la meta de sus acciones era la de provocar una fuerte acción represiva que condujera a un amplio apoyo al terrorista perseguido, entonces su estrategia ha fallado.

"Detonante" provocador

Pero aun cuando el terrorismo no ha sido capaz de actuar como detonante provocador de una gran explosión política que llevara a la destrucción de la democracia italiana, el detonador no ha sido eliminado y sigue detonando.

Probablemente tememos las consecuencias políticas del terrorismo menos que hace tres o cuatro años: quizá porque nos hemos acostumbrado a él o quizá porque ya no creemos que pueda seguir creciendo. Incluso las propias fuerzas políticas temen menos la amenaza del terrorismo que hace unos años.

Pero el terrorismo sigue siendo una de las cuatro realidades que amenazan la estabilidad italiana, según dice el primer ministro Spadolini (las otras -tres son la inflación, la corrupción y la situación mundial). Esto significa que el peligro de una crisis institucional es mucho menor, pero todavía no ha desaparecido.

Tanto el presidente Sandro Pertini como el primer ministro Spadolini siguen afirmando que hay una conexión indudable entre el terrorismo italiano y otros grupos subversivos que actúan en Europa occidental, aun cuando no es seguro (y en mi opinión, incluso improbable) que exista una central extranjera que dirija al terrorismo italiano.

Pero si hay un apoyo exterior al terrorismo italiano, tanto Pertini como Spadolini no dudan de que esas conexiones extranjeras tienen relación con Libia y con países de la Europa del Este, incluida la Unión Soviética.

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