La política del apoliticismo
TRAS UN largo silencio de casi medio siglo, los socios del Ateneo de Madrid, incautado y secuestrado por la Administración durante el anterior régimen, se disponen a elegir libremente su junta directiva. Las dos candidaturas, encabezadas por Joaquín Ruiz-Giménez y Fernando Chueca, están compuestas por personalidades muy conocidas en el mundo de la cultura y de la política. Algunos nombres podrían figurar indistintamente en cualquiera de las dos listas, y ambas propuestas ofrecen garantías de seriedad intelectual y de respetabilidad democrática. Sería deseable que las irregularidades denunciadas sottovoce a propósito de la artificial hinchazón del censo mediante ingresos de última hora, realizados con el exclusivo propósito de disponer de votos seguros y disciplinados, no se confirmen. Aunque no resulte precisamente delicado que el presidente de la junta gestora, nombrado digitalmente, utilice su cargo para promover su candidatura a la presidencia, esta vez por la vía democrática, las dos listas son dignas de ser votadas.Ahora bien, el empeño de Fernando Chueca por presentar su candidatura como apolítica y "esencialmente cultural", frente al supuesto carácter partidista, y tal vez "accidentalmente cultural", de la contraria, merece algunas puntualizaciones que quizá no hubiéramos hecho de no mediar un desgraciado programa propagandístico de su lista que fue puesto en antena por la monopolista e inquisitorial Televisión Española de nuestras penas. Como es público y notorio, Fernando Chueca fue elegido senador por la provincia de Toledo en las elecciones de 1977, dentro de la candidatura de UCD, y ocupó -antes de la coercitiva unificación centrista decretada por Adolfo Suárez y aceptada por sus correligionarios- la presidencia del Consejo Nacional del Partido Demócrata Popular de Ignacio Camuñas. Su actividad como senador durante las Cortes Constituyentes quedó empañada por su uso del privilegio de la inmunidad parlamentaria para no responder ante los tribunales de una acusación que ninguna relación guardaba con el desempeño de sus funciones públicas. Con independencia de sus anteriores actividades partidistas, tan legítimas como las que realizan los miembros de otras formaciones políticas, Fernando Chueca ocupa actualmente la presidencia de la Junta Gestora del Ateneo por una decisión administrativa adoptada por el Ministerio de Cultura cuando desempeñaba esa cartera Ricardo de la Cierva. También fue nombrado presidente del Instituto de España en enero de 1978 por el Gobierno preconstitucional de Suárez, siendo ministro de Educación Iñigo Cavero, y en condición de tal juró, en febrero de 1978, su cargo como miembro del Consejo del Reino.
Joaquín Ruiz-Giménez, que fue embajador y ministro con el franquismo -régimen durante el cual también Chueca desempeñó responsabilidades administrativas de menor rango- y se presentó, sin éxito, a las elecciones de 1977, es catedrático de Derecho Natural y Filosofía del Derecho. Tiene probada también su vocación intelectual y académica. En ambas listas, en suma, se pueden encontrar personalidades y currículos para todos los gustos, siempre en el marco del respeto hacia la cultura y de aceptación de los valores y principios de nuestro sistema democrático. Lo único que carece, lisa y llanamente, de sentido es predicar para la candidatura encabezada por Fernando Chueca, y vista al menos con simpatía por el Gobierno y UCD, un apoliticismo tan imposible como inexistente.
En el terreno de los valores propiamente ideológicos, sorprende también que Fernando Chueca reclame para su lista el monopolio del rótulo liberal-demócrata, siguiendo el enfadoso uso y abuso que del término liberal se viene haciendo en la vida pública española desde hace algunos años. En la lista presidida por Joaquín Ruiz-Giménez hay conocidos militantes de distintas tendencias del PSOE, corro Jose María Maravall (miembro de la Ejecutiva socialista), Luis Gómez Llorente (dirigente del sector crítico) y Miguel Boyer (situado en la franja mas moderada del PSOE). También figuran en la candidatara Francisco Fernández-Ordoñez y Luis González Seara, ex ministros de UCD y líderes del recién creado partido Acción Democrática. Pero junto a ellos aparecen igualmente personalidades como Pedro Laín -cuya vinculación a la figura y a la obra de José Ortega y Gasset es bien conocida-, José Luis Aranguren y Antonio Tovar. No parece, así pues, que la campaña de propaganda lanzada por Fernando Chueca y que tuvo el lunes el excepcional vehículo de un mano a mano televisivo, por lo demás aburrido e ininteresante, tenga justificación objetiva alguna. La incómoda sensación de que el Gobierno utiliza una vez más fondos e instituciones públicas para hacer política partidista de pacatas luces está, en este caso, más que explicada. Que el Ateneo sea la víctima de semejantes ardides es lo que lamentamos.
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