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Los Reyes Magos

El Correo CatalánYo recuerdo a mi abuelo, con el sombrero puesto, tocando gallardamente, un cometín, la mañana de un 6 de enero, en la tribuna de casa. Debía de pensar que sus nietos oiríamos el cornetín de órdenes que ponía en marcha, de regreso, la caravana de los Reyes Magos.

Yo pensé que los mayores son como niños. Les gusta estrenar los juguetes que han traído los reyes, jugar con ellos antes que nadie. Y hasta me hacía cargo de la ilusión que debe de hacer ser confundido con los reyes...

Yo recuerdo haber reconocido en la dedicatoria de un libro der la colección Araluce que me dejaron los reyes la escritura de mi padre.

No pensé que el libro no me lo hubieran traído los reyes. Pensé que a los padres les gusta participar y, si pueden, damos un buen consejo, de palabra o por escrito, tanto mejor, Melchor, Gaspar y Baltasar dirimen, como tribunal de apelación, los contenciosos entre padres e hijos.

No siempre encuentran los hijos todo lo que habían pedido, ni siempre encuentran los padres todo lo que habían buscado. A veces, los padres acaban bebiendo el vino que los niños dejaron para los reyes -éstos han bebido ya mucho en la historia-, y otros acaban comiendo el carbón que los reyes parecían haber dejado para los niños, lo que muestra que, en realidad, lo dejaron para los padres.

El mágico tribunal tiene que ver muchos casos en que los niños apelan a los reyes por calumnia, o quizá por desacato: los padres pretenden que los reyes no hacen nada. O por suplantación de personalidad: pretenden que los reyes son ellos, los padres. Y el tribunal tiene que actuar con mucho tacto.

, 6 de enero

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