"Los sobrinos del capitán Grant" y un testimonio del siglo pasado
La compañía lírica titular del teatro de la Zarzuela ha repuesto una de las piezas más célebres entre las denominadas «de Pascua»: Los sobrinos del capitán Grant, de Ramos Carrión y Fernández Caballero.Estrenada en agosto de 1977 en el teatro circo de Rivas (que luego se denominaría Príncipe Alfonso) Los sobrinos del capitán Grant se inscribe dentro de un género de fantasía impulsado por los llamados bufos de Arderius, muestra -entre tantas otras- de la influencia parisiense. Recordemos El espíritu del mar, La vuelta al mundo, El siglo que viene, El doctor Ox, El gran Tamerlán de Persia o Las mil y una noches.
Estas y otras ingeniosas invenciones se ganaban el aplauso del público en un Madrid que no llegaba a los 400.000 habitantes y de cuyas dimensiones dará idea un solo dato: el citado circo, local entonces lujoso, construido al estilo del circo de los Campos Elíseos, de París, tuvo -junto a todos sus méritos- un inconveniente, y era el de su lejanía del centro, ya que estaba situado nada menos que en lo que ahora es paseo de Recoletos.
Teatro de la Zarzuela
Compañía Lírica Titular. Director: Joaquín Deus. Los sobrinos del capitán Grant, de R. Carrión y F Caballero. Intérpretes: R. Castejón, A. Font, J. Castejón, E. Redondo, A. González, S. Ramos, E. Giménez, A. Rodríguez, C. Gómez, R. Maldonado, S. Limonche, L. Obregón, J. Incera, A. Curros, F. Navarro, J. P. García Marqués, L. Bellido, J. Pardo, R. de Andrea, J. Mª Gómez y M. Ferrer. Coro: José Perera. Ballet: A. Lorca. Primeros bailarines: L Quintero y M. Vargas. Orquesta Sinfónica de Madrid. Dirección escénica: H. Rodríguez Aragón. Dirección musical.- J. Rubio. Escenarios: G. Vera. 23 de diciembre.
No hay que insistir sobre la carga de ingenuidad de un libreto cuyas tramas, situaciones, efectos espectaculares y chistes seguimos hoy con mirada irónica, de la que, acaso, no puedan librarse ni los espectadores infantiles, siquiera sea de modo inconsciente.
Parientes de Julio Verne
En definitiva, estos Sobrinos, parientes de Julio Verne, se salvan por la gracia y el buen hacer del compositor murciano Manuel Fernández Caballero, capaz de presentar en su partitura algunos aires que en aquel Madrid de los cronistas sentimentales debían llamar poderosamente la atención. Así esa caprichosa zamacueca, que alargaba el tópico hispanoamericanista, prácticamente reducido a la habanera.
Horacio Rodríguez Aragón ha montado los Sobrinos con fidelidad e ironía, tal y como Gerardo Vera ideó los escenarios, y Alberto Lorca, los bailes. El largo reparto actuó con total acierto, presidido por la gracia atractiva de Amelia Font -en una de sus mejores interpretaciones-, la comicidad de Jesús y Rafael Castejón o la estupenda caracterización de Emiliano Redondo en Sir Edward Clyton; Ascensión González, en Ketty, y Santiago Ramos, en el Doctor Mirabel.
Juan Pedro García Marqués adaptó sus amplias posibilldades a su breve papel, y Esther Giménez sirvió una Portera sainetesca y castiza. Muy bien los coros de José Peteda y la Orquesta Sinfónica, seguidores del criterio adecuado, competente y expresivo del maestro Jorge Rubio.
Babelia
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