_
_
_
_
_
Reportaje:

Hélène Parmelin y Edouard Pignon recuerdan a Picasso como un enamorado de España.

"Quienes hemos tenido el privilegio de conocer y vivir con Picasso sabemos lo unido que estuvo durante toda su vida a dos cosas: a la pintura y a todo lo que fuera español. Picasso estaba poseído por la pintura y por su condición de español. Ambos sentimientos los alimentaba con amor, con dolor y a veces con cólera". La escritora Hélène Parmelin y el pintor Edouard Pignon, dos de los más íntimos amigos de Pablo Picasso, han recordado de esta manera, en Madrid, las características más constantes del artista malagueño, en el marco de la exposición antológica conmemorativa del primer centenario de su nacimiento.

Ambos recorrieron ayer la exposición, se detuvieron ante muchos de los cuadros que ellos habían visto pintar y recordaron, junto con Rafael Alberti, durante cerca de una hora, algunas de sus experiencias vividas en el mundo de la amistad de Picasso."Espléndida, maravillosa, impresionante" decía de la exposición Hélène Parmelin, amiga de Pablo Picasso desde 1944. Su marido, el pintor Edouard Pignon, se detenía mientras tanto delante del cuadro Figuras a la orilla del mar, realizado en 1931. "Mi primer encuentro con Pablo Picasso fue en 1937, precisamente a través de este cuadro. Entonces yo era un joven pintor con muchas inquietudes, y esta pintura fue para mí como un licor muy fuerte, un revulsivo que me hizo reaccionar de una manera que no podía imaginar".

Edouard Pignon fue minero, como su padre; después, albañil, y tras pasar por otros oficios, ejerció de colgador de cuadros en una galería de arte. Desde 1937, ya como joven pintor, comenzó a sentir una gran admiración por Picasso, como la tenía también por Fernand Leger, Matisse y Paul Cézanne. Poco después, Pignon entró definitivamente en el círculo de amigos de Picasso y en 1944 se introdujo en este mismo círculo Hélène Parmelin.

La amistad entre Picasso, la mujer de Picasso, Jacqueline, el pintor Pignon y Hélène Parmelin, llegó a adquirir tal significación que le llevó a decir a Picasso en una ocasión: "Pignon es mi pintor, pero Hélène es mi hermana".

Picasso buscaba, según Hélène Parmelin, ante todo, la verdad de la pintura, lo que le llevaba a traspasar la realidad para encontrar algo más real que la realidad. Picasso odiaba todo lo que sonaba a manierismo y la pintura que no era exploratoria, porque él mismo huía de cualquier terreno cuando ya lo había explorado.

El poeta Rafael Alberti, amigo de Picasso durante los últimos seis años de la vida del pintor, señaló también ayer esta misma obsesión por la pintura que vivía en Picasso "Picasso miraba mucho el reloj. A las siete de la tarde se ponía a pintar y no terminaba hasta la madrugada. Era un hombre devorado por el tiempo".

Hélène Parmelin, ensayista, autora de varias novelas y algunas piezas teatrales, y Edouard Pignon, uno de los pintores franceses más importantes de este momento, comprobaron durante muchos años el interés que Pablo Picasso mostraba por las cosas españolas.

"Hablaba muchas veces de España, y cuando había españoles en su casa él era feliz. Tenía lo español metido hasta en su afición por las corridas de toros".

La escritora y el pintor coinciden también en la afirmación de que Picasso era un hombre abierto a todo el mundo, en que no era agresivo, aunque tenía momentos de cólera. "Aunque pintara temas de guerra o violencia, o formas cubistas y geométricas, siempre daba a su obra un tono de humanidad y hasta de ternura".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_