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La mujer argelina se enfrenta al resurgimiento del integrismo islámico

La decisión de las autoridades argelinas de instaurar un nuevo "código de la familia" basado esencialmente en las tradiciones islámicas, ha desencadenado un profundo malestar entre las mujeres de un país que, a pesar de su carácter árabe, es permeable a la influencia del movimiento feminista de corte europeo. Las argelinas, tras haber reívindicado su parte de gloria en la lucha por la independencia, reclaman ahora, a través de insólitas manifestaciones o mítines, el reconocimiento de su igualdad de derechos con el hombre.

El combate promete ser largo, pero no deja de ser revelador de las contradicciones en que sigue inmerso un país joven, donde se intenta conciliar Islam y socialismo."Si el proyecto de ley relativo al estatuto personal de la mujer, presentado por el Gobierno ante el Parlamento, para su aprobación, fuera adoptado tal y como es, nuestro país retrocedería a los límites del oscurantismo religioso, que nada tiene que ver con el Islam...". La frase, pronunciada con tono rabioso por una joven estudiante de la facultad de Letras de Argel, ilustra la inquietud suscitada entre las mujeres desde que a finales de septiembre empezara a hablarse del nuevo "código de la familia", inexistente en Argelia.

Los defensores del proyecto mantienen que este código llena un vacío jurídico, y tiene en cuenta la evolución de una sociedad en la que los valores islámico-árabes refuerzan el contenido social y político del ideario de la revolución argelina.

Las mujeres afirman, por el contrario, que ese proyecto tiende a legalizar aspectos negativos de la sociedad argelina en esta materia, como la poligamia o el repudio.

El proyecto, tras estipular que la edad legal de la mujer para contraer matrimonio es de dieciséis años, prohibe las bodas con hombres no musulmanes y señala que la poligamia, tal y como se indica en el Corán, es lícita.

El divorcio es considerado como "una facultad exclusiva del marido". La esposa puede solicitar el divorcio sólo si su marido rechaza compartir el lecho conyugal durante más de cuatro meses, si el esposo se encuentra incapacitado fisicamente para procrear o si se ausenta del domicilio, sin excusa válida, durante más de un año.

La tradición del profeta (la Sunna), cuya veracidad es reconocida "por los sabios competentes en la materia", constituye otra de las fuentes fundamentales a que hacen referencia los autores del texto, aludiendo al hecho de que, al recuperar su soberanía en 1962, Argelia carecía de una legislación propia y tuvo necesidad de seguir utilizando, hasta 1975, la legislación francesa.

Sin embargo, el "esfuerzo de interpretación" a que se refieren los autores deja sin modificación o atenuante alguna la capacidad de repudio, concedida exclusivamente al marido. El número de mujeres repudiadas tiende a crecer en los últimos años, según las argelinas, que condenan esa facilidad y acusan el impacto traumatizante causado por ese libre albedrío. En la práctica -agregan las jóvenes-, centenares de mujeres repudiadas están condenadas a contraer matrimonio con hombres que practican la poligamia.

Las protestas que ha ocasionado el proyecto (el texto es secreto, pero su difusión entre las mujeres, por vías insospechadas, es notoria) ha llevado a la comisión de estudio, designada por el Parlamento, a enzarzarse en una complicada labor de redacción de enmiendas antes de someterlo a la Asamblea General.

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