Calvo Sotelo se vio forzado a recurrir a los suaristas" para resolver la crisis con rapidez
Leopoldo Calvo Sotelo cerró ayer la remodelación de su Gabinete con la formación de un nuevo equipo, en el que destaca la permanencia de los ministros vinculados políticamente al presidente y a los sectores hasta ahora más influyentes en el partido -suaristas y socialdemócratas-, con la particularidad de que estos últimos pertenecen al grupo residual, tras la escisión de Francisco Fernández Ordóñez. La renuncia de dos destacados miembros de la plataforma moderada a entrar en el Gobierno, así como la ausencia de los anunciados independientes, como Antonio Garrigues, apunta hacia una solución de la crisis distinta de la deseada por Calvo Sotelo, quien se vio obligado a recurrir a los sectores tradicionalmente hegemónicos de UCD, en evitación de quela situación se pudriera.
El Gobierno, cuyos nuevos miembros jurarán esta tarde sus cargos ante el Rey, mantiene el equilibrio de los martinvillistas -Manuel Núñez, por el cesante Sancho Rof- e incrementa el peso de los suaristas, con la entrada de Rafael Arias-Salgado en el nuevo Gabinete. Al mismo tiempo incorpora dos nuevos socialdemócratas residuales -Luis Gámir y Santiago Rodríguez Miranda-, mantiene los hombres directamente ligados al presidente y disminuye la presencia de los democrsitianos, con la salida de Juan Antonio Ortega. Las novedades se completan con la incorporación de un independiente, Federico Mayor Zaragoza, y una liberal, Soledad Becerril.La composición política del nuevo Gabinete que sobre el papel parece apuntar hacia un equipo ideológicamente más progresista, encubre, en definitiva, la necesidad de realizar una remodelación en pocas horas, tras fracasar los intentos de hacer unos cambios en línea con el giro a la derecha que, sin prisas pero sin pausas, protagoniza el jefe del Gobierno. Un dato especialmente revelador es la defenestración de Juan Antonio Ortega, que teóricamente rebaja el peso de los democristianos, pero que, en realidad, significa el fracaso de las tesis moderadamente progresistas mantenidas por el hasta ahora ministro de Educación, mientras que se entrega esta cartera a Federico Mayor Zaragoza, con etiqueta de independiente, pero vinculado a los sectores católicos más conservadores y bien visto por los políticos del Opus.
La salida de Ortega y la LAU
Según fuentes de toda solvencia, la salida de Ortega guarda relación con la conversación mantenida días pasados con el presidente Calvo Sotelo, en la que le recordó que su permanencia en el Gobierno estaba vinculada -como adelantó EL PAIS en su día- a la tramitación parlamentaria de la ley de Autonomía Universitaria (LAU), bloqueada en el Congreso por la plataforma moderada. Calvo Sotelo, que en su momento expresó su respaldo a Ortega en esta materia, hizo uso ayer de esta disposición a dimitir, sobre todo cuando Martín Villa insistió en la incorporación de Manuel Núñez al Gobierno, lo que forzó al presidente a efectuar un corrimiento de la lista y encontrar acomodo para Federico Mayor Zaragoza, a quien ya había ofrecido una cartera.
Igualmente, la presencia de socialdemócratas, consecuencia del empeño de Juan Antonio García Díez por lograr una imagen gubernamental apta para afrontar las elecciones sin desdoro de la ubicación centrista que hasta ahora ofreció UCD, parece responder más a la disponibilidad de algunos políticos para asumir carteras ministeriales que a un progresismo real de la remodelación gubernamental.
El ascenso a vicepresidente económico del hasta ahora ministro de Economía y Comercio, en cuyo ámbito administrativo se produjeron las más graves irregularidades en relación con el envenenamiento por aceite de colza desnaturalizado, contrasta con el descabalgamiento de Jesús Sancho Rof, que resulta así el único de los ministros relacionados con el lamentable suceso que abandona el poder.
La ausencia de Oscar Alzaga y Miguel Herrero del nuevo Gabinete, por renuncia de ambos, mantiene la incógnita sobre la estrategia a seguir por la plataforma moderada en los próximos tiempos, en la que no se excluyen algunas sorpresas parlamentarias para el flamante Gobierno, que podría verse forzado a unas elecciones anticipadas. La propia composición del nuevo Ejecutivo parece ofrecer la imagen de un Calvo Sotelo prevenido ante tal imposibilidad, que pudo entrever durante el proceso de la estación de su lista de Gobierno.
Tras asistir en la mañana ele ayer a la elección del nuevo presidente del grupo parlamentario, que presidió el anterior, Miguel Herrero, Calvo Sotelo le preguntó por la tarde si quería formar parte del Gabinete. Miouel Herrero contestó, como va lo había hecho días pasados Oscar Alzaga, negativamente. Hasta que a las nueve de la noche el presidente del Gobierno comunicó a don Juan Carlos la nueva composición de su equipo, transcurrieron horas intensas de negociaciones y gestiones, en las que tuvo un protagonismo principal, en lo que se refiere a los ministros políticos, Pío Cabanillas. Martín Villa sólo intervino para asegurar la presencia de Manuel Núñez, y después del desenlace de la crisis, no se encontraba satisfecho, a pesar de haber logrado la ansiada vicepresidencia. Al parecer, Martín Villa discrepaba del procedimiento de resolución de la crisis.
La remodelación gubernamental incluye una reforma administrativa que será dificil justificar en el ahorro de gasto, ya que los miembros del nuevo Gobierno pasan de los dieciséis actuales a diecinueve. La reforma recrea la vicepresidencia primera y la segunda esta última acumulada con el departamento de Economía y Comercio, y estructura nuevamente las competencias hasta ahora atribuidas al Ministerio de Trabajo, Sanidad y Seguridad Social. Po una parte, se establece el Ministe rio de Trabajo y Seguridad Social , el de Sanidad y Consumo. Asimismo, se atribuyen al departamento de Agricultura y Pesca las nue vas competencias administrativas sobre alimentación. La vieja figura del ministro adjunto al presidente rearesa al Gobierno, simultaneada por Jaime Lamo de Espinosa con la presidencia del Grupo Parlamentario Centrista.
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