Jordi Pujol se refirió repetidamente en Burgos a la unidad de España en su visita oficial a Castilla-León
Con ausencia total de público, constantes referencias a la unidad de España y al protagonismo de Castilla y León en su historia, y la manifestación de la necesidad de consolidar la democracia, el 115º presidente de la Generalidad de Cataluña, Jordi Pujol, inició ayer su visita oficial a la comunidad castellano-leonesa, con una recepción en el palacio de la Isla, sede del Consejo General autonómico, edificio donde el 5 de abril de 1938 el general Franco derogó el Estatuto catalán.
En todos los discursos que Pujol tuvo que pronunciar ayer ante las autoridades -presidente regional, alcalde de Burgos-, así como en una conferencia de Prensa que mantuvo a última hora de la tarde, insistió en que su primera visita oficial a una comunidad autónoma hay que considerarla exclusivamente en la línea de incrementar el mutuo conocimiento y «en el plano de lo histórico y lo permanente», más que «en lo político o en lo fugaz». Sólo rompió su propósito de huir de la política con las críticas a la ley orgánica de Armonización del Proceso Autonómico (LOAPA). que hizo durante su encuentro con los periodistas, y que se limitaron a decir que da forma como de momento sale el proyecto de ley nos parece peligrosa para el Estatuto catalán», y con sus alusiones a la «opinión de inquietud bastante generalizada en Cataluña ante algunas orientaciones autonómicas».El presidente de la Generalidad, que además de saludar a los consejeros, autoridades y cargos del Consejo General de Castilla-León acudió al Ayuntamiento a ver al alcalde y visitó al capitán general de la VI Región Militar, en el encuentro más largo que tuvo durante la jornada y el único en el que no estuvieron presentes los pedodistas, realizó también una prolongada visita a la catedral, pormenorizada hasta el límite por el guía que acompañó a la comitiva.
Pujol se mostró partidario de la realidad de «una España plural que nos permita lanzarnos de forma muy unida a construir el futuro"; alabó «la formidable realidad que es Castilla-León, absolutamente vertebradora de España», insistió en la construcción «de esta España para todos, que todos anhelamos» y defendió su «voluntad de hacer al común español», dentro de un respeto y fortalecimiento de la identidad de Cataluña. «Nunca he ocultado que soy nacionalista catalán y nunca he ocultado mi plena voluntad de ser español. Por eso mi visita se realiza en un ambiente constructivo y esto es para exclamar ¡aleluya!», dijo.
Fue el anfitrión, el presidente del Consejo General de Castilla-León, José Manuel García-Verdugo, quien, tras destacar que «Castilla y León, hay que decirlo sin estridencias, sin rabia, pero con fuerza, han sido víctimas de una concepción centralista», aludió a las «disparidades de criterios que surgieron entre Cataluña y Castilla a raíz de la crisis de finales del siglo XIX y al «cierto anticatalanismo» de algunos teóricos del regionalismo castellano de hace algunos años. Pero también dijo que «aquel regionalismo de signo puramente defensivo, nacido de un sentimiento de discriminación, no tiene hoy sitio entre nosotros».
Eliminar los desequilibrios regionales
Tanto Pujol como García-Verdugo se refirieron a la necesidad de eliminar los desequilibrios regionales, y la pregunta de un periodista sobre qué podría hacerse para incrementar el capital catalán en la región, llevó al presidente castellano-leonés a decir: «Lo recibiríamos encantados. Yo levanto la mano». Pujol manifestó que desde 1977 viene mostrándose partidario, y así lo dijo en las Cortes, de la creación de un «fondo de ayuda al desarrollo», más que del Fondo de Compensación Interterritorial, porque, en su opinión, «si no se desarrolla la riqueza, los fondos serán como agua en cesta de mimbre". En sus «desacuerdos» con el Fondo de Compensación señaló que el porcentaje de paro en Cataluña supera a la media nacional, al igual que el incremento de ese paro, y añadió que, «si no se procede a la reconversión industrial, entrará en decadencia la base industrial catalana».
Todo fueron acuerdos casi unánimes y sonrisas prácticamente permanentes en la jornada de ayer de los dos presidentes autonómicos.
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