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Al árbitro del partido Cambados-Lugo le arrancaron parte de su cabellera

La violencia que a veces genera el fútbol llega en algunos casos hasta el vandalismo inimaginable en persona humana. Hasta que se produce. Los árbitros son las personas más propensas a ser víctimas de esta clase de incidentes, capaces de producir cualquier desgracia irreparable.

Rara es la jornada en que un árbitro no es agredido brutalmente, con graves lesiones, sobre todo en las categorías inferiores. En el acta del partido Cambados-Lugo, de Tercera División, jugado el pasado día 15, se dan cuenta de hechos como el arrancar de cuajo parte de la cabellera del árbitro.El árbitro del partido, Manuel Pernuy, del colegio gallego, cuenta en el acta del partido que "durante todo el encuentro fuimos gravemente insultados y amenazados por los espectadores, que en momento alguno cesaron en su empeño". Indica, además, que en el transcurso del partido fueron lanzados botes de cerveza, colillas de cigarrillos encendidas y piedras del tamaño de un huevo de gallina.

"Cuando faltaban tres minutos para finalizar el partido", se añade en el acta, "fui golpeado con una de las piedras que se lanzaron en la parte alta de la cabeza, produciéndome una pequeña herida de la que manó algo de sangre. Este golpe me conmocionó ligeramente y me obligó a detener el juego".

La salida del árbitro del campo de juego y su entrada a los vestuarios resultó una odisea. Tuvo que atravesar un largo pasillo. "Una vez en el pasillo", dice el colegiado, "comenzamos a recibir gran cantidad de golpes por detrás, donde se encontraba la Fuerza Pública, el delegado de campo y varios individuos". El delegado de campo propinó una fuerte patada en la rodilla izquierda del árbitro.

Parte de lesiones

"En medio del salvaje atropello del que fuimos objeto, de la parte alta del cierre del pasillo me agarraron por los pelos y elevado en suspensión mientras recibíamos golpes por todas partes, y, como resultado final, quedé con la parte alta de la cabeza completamente desnuda de cabello, al ser éste arrancado de cuajo, en una superficie redonda de unos cinco centímetros de diámetro". El árbitro y los jueces de línea se zafaron de sus agresores, pero al final del pasillo les esperaban otro grupo de espectadores, con gestos agresivos "y gritando las más expresivas amenazas". El trío arbitral quedó atrapado entre dos frentes. "Comenzaron nuevamente los golpes por parte de ambos bandos, casi enfrente de nuestro vestuario", dice el colegiado. "Recibimos de nuevo otra paliza. No pudimos entrar en el vestuario porque la puerta estaba cerrada con llave".El árbitro vio una puerta abierta y entró. Resultó ser el vestuario local. "Antes de entrar" escribe el colegiado, "recibí una fuerte patada en la zona estomacal, lado izquierdo, que me dejó totalmente inconsciente y sin respiración Solo recuerdo que fui literalmente arrastrado por dos jugadores locales, que me introdujeron bajo la ducha, abriendo el agua fría, quiero creer, con ánimo de recuperarme". El árbitro no podia tenerse en pie debido al lacerante dolor que experimentaba en todo el cuerpo" El presidente del Cambados se presentó en el vestuario local, donde estaba el árbitro. Se inició una conversación normal, con la que aquél quiso tranquilizar al colegiado. "Entró entonces uno de mis jueces de línea para indicarme que el otro compañero estaba protegido en el vestuario visitante. Entonces, el presidente del Cambados se abalanzó sobre mí, tratando de agredirme, y forcejeó con los que le agarraron para impedírselo. Como no logró pegarme, empezó a decir que tenía que salir del vestuario, que no podía estar allí y que me fuese al mío, lo que era imposible por la cantidad de gente que me esperaba para agredirnos de nuevo". Varios jugadores del Cambados modificaron entonces su actitud y comenzaron a amenazar al árbitro. Este señala que "de improviso penetró en el vestuario el cabo primero de la Benemérita, salvándome así de una comprometida situación". El colegiado se trasladó a su vestuario. Poco después llegaron los jueces de línea. Se dedicaron a establecer un parte de lesiones. Los jueces de línea se dolían de golpes en piernas y cabeza, de poca importancia. El árbitro presentaba herida en la cara interna del tobillo izquierdo, hematoma en el brazo izquierdo y en parte trasera de la rodilla derecha, herida inciso cortante en región parietal derecha y "la dolorosa herida por la patada recibida en la zona estomacal".

El árbitro insistió ante el delegado de campo para solicitar un médico. Le contestó que el médico de guardia había salido a "no sé qué cosa" y que el practicante de guardia "estaba pescando". Durante todo el tiempo que el trío arbitral permaneció en su vestuario estuvo acompañado por el cabo primero de la Benemérita. El Vicepresidente del Cambados se presentó en el vestuario arbitral. "Después de iniciar una conversación amigable", cuenta el colegiado, "comenzó a recriminarme y trató de justificar la actitud de su presidente al decir que yo le llamé en los vestuarios hijo de perra, a lo que le contesté si creía que estaba lo suficientemente loco para hacer eso en su vestuario".

El colegiado señala en el acta que no expulsó al entrenador del Cambados por temor a la invasión del campo. El delegado de este equipo se negó a firmar el acta y también, en principio, a pagar los honorarios arbítrales.

El acta del partido fue redactada al día siguiente del encuentro. El campo del Cambados fue clausurado por cuatro partidos y multado por el Comité de Competición.

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