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El ejemplo del Rey

Poco a poco, sin prisa, pero sin pausa -como decía Goethe-, la figura del Rey ha ido ganando prestigio y apoyo popular, conquistando -por méritos propios e indiscutibles- zonas cada vez más amplias y profundas de nuestro entramado social. El que afirmó, en los comienzos de su mandato, que aspiraba a ser "Rey de todos los españoles", ha cumplido lo que prometió. Y ya sabemos que este cumplimiento, tantas veces olvidado o pospuesto, da exactamente la medida de la estatura de un hombre de Estado. Hacer honor al compromiso adquirido es empresa reservada a los gobernantes de mente clara y corazón sincero. Al apostar sobre nosotros, al confiar en- nosotros, al arriesgarse por nosotros, el Rey nos ha dado un ejemplo del juego limpio que espera de su pueblo.No se puede culpar a la Corona si en algún momento el rumbo de la nave no fue tan exacto y armonioso como hubiera sido,deseable. Culpemos más bien a esa condición especialísima de los españoles que les lleva a extremar las posturas individualistas, que los agrupa en pequeños reductos aislados, rebeldes a cualquier consigna de entendimiento y solidaridad. Sería una postura de utópico infantilismo confiar al exclusivo impulso de la Corona la resolución de todos nuestros problemas nacionales. Mucho más cuando en la vigente Constitución se han recortado tan estrechamente las atribuciones del Monarca, que se niega a éste el papel de moderador y árbitro, que es la primera razón de su existencia. Pese a esa, en ocasiones, injusta, recelosa e inexplicable actitud de la clase política, el patriotismo, la firmeza y la noble intención de don Juan Carlos han ido calando hasta las capas más hondas de la conciencia popular. ( ... )

22 de noviembre

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