Dos segundos para los minusválidos

Los precedentes años internacionales: del niño, en 1979; de la mujer, en 1980; el actual, de los minusválidos; el próximo, de 1982, de la tercera edad, y el más lejano, para 1985, de la juventud, tienen en profundidad el desafío de la comunidad internacional, que, a través de las decisiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) sectores humanos que sufren marginación, olvido, cuando no explotación, pueden acometer soluciones de futuro. Existe desde luego una falta de sincronía, debido a la hetereogeneidad de situaciones económicas, políticas y sociales que practican los 153 países que componen las Naciones Unidas, en pasar de las palabras -léase carta fundacional y sucesivas declaraciones de derecho- a la puesta en práctica generalizada de los mismos. Hay que citar a grandes rasgos que una décima parte de la humanidad posee, produce y consume más que las nueve partes restantes Los minusválidos, las mujeres, los niños, los ancianos y los jóvenes ven muy agravadas sus circunstancias en más de 110 países, con una población cercana a los 4.000 millones de personas. También hay que destacar que, en el orden de prioridades de la mayoría de los Gobiernos, los programas sociales se ven relegados, por ejemplo, con una cruel e inmoral, aunque muy beneficiosa, económicamente, para reducidos sectores económicos, carrera de armamentos y con unos modos de producción que agigantan las diferencias de tipo económico y social, y en ellas la situación de los sectores humanos citados se torna cada vez más desesperada. Son recientes, por ejemplo, la drástica reducción de más de un 30% en el presupuesto de prestaciones sociales en Estados Unidos y su uso dedicado, en gran parte, al rearme militar.La ONU, en su estrategia internacional del desarrollo para el tercer decenio de 1980-1990, tropieza ya con algunas de estas realidades, que ralentizan, cuando no paralizan, las tareas perentorias que en los campos de la salud, educación y trabajo se propone la comunidad internacional. Es también necesario recordar que las propuestas de agosto de 1980 de la Asamblea General extraordinaria de las Naciones Unidas, solicitando, entre otras, las reformas financieras del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, que no prosperaron, puedan ser de nuevo acometidas, así como desear que el próximo período extraordinario de sesiones para el desarme conduzca a acuerdos sustanciales.

Cinco céntimos "per cápita"

Una triste demostración la tenemos en que para este Año Internacional de Personas Minusválidas (AIPM) la Comunidad Internacional, en palabras de Leticia Shahani, representante del secretario general de las Naciones Unidas en la Conferencia Mundial de Torremolinos, anunciase que el fondo fiduciario recogido es sólo de 800.000 dólares. No representa tan siquiera dos segundos del presupuesto que se consume en el mundo para armamento, que cada año suman más de 400.000 millones de dólares. En su año, los más de 450 millones de minusválidos reciben poco más de cinco céntimos.

Después de esta sombría introducción hagamos hincapié en las positivas realizaciones de la Conferencia de Torremolinos. Cabe apuntar, en base a la Carta de Rehabilitación Internacional, aprobada el 26 de junio de 1980, en su XIV Congreso Mundial en Canadá, enriquecido, además con la aportación de sesenta ponencias que se expusieron en tres comisiones de trabajo, con la participación en sesiones plenarias de más de 140 inscritos, que representan a 77 países, a organizaciones intergubernamentales, regionales y no gubernamentales (ONG), todo ello, en conjunto, además de la declaración final de la conferencia, la declaración Sunbberg en memoria del recientemente fallecido responsable de Educación Especial de la UNESCO se elevarán a la Asamblea General de las Naciones Unidas el próximo 4 de diciembre.

En el campo educativo se expresan los deseos de favorecer la integración. Apoyar la formación de nuevo personal especializado o, en su defecto, la formación de cursillos al ya existente. Remarcar la importancia de los acuerdos de Florencia de la UNESCO sobre importación e intercambio de material educativo científico y cultural que posibilita la desaparición o rebaja sustancial de aranceles. Incrementar los puntos de información comunitarios para que los afectados de cualquier minusvalía tengan donde acudir.

Se remarca la importancia de una nueva política de modos de información. La utilización de nuevas técnicas permite asimismo que sean utilizados por cada vez más amplios sectores de minusválidos.

Con respecto a prevención, se hace necesario ampliar el diagnóstico preventivo de las minusvalías, introduciendo a tal efecto en los programas escolares y de información medidas amplias de higiene, nutrición y prevención de enfermedades infecciosas.

Con lo que respecta a integración, se remarca que, a pesar de las dificultades que ofrece el acceso al mercado de trabajo, cuando sólo en el área de la OCDE hay más de diecisiete millones de parados y más de trescientos millones carecen de primer empleo, en áreas subdesarrolladas la integración laboral es un objetivo urgente. Estudios, por ejemplo, de OIT demuestran ciertas posibilidades de integración. Se destaca que la inversión para la creación de puestos de trabajo para minusválidos es rentable en costos absolutos, si no más en el relativo de beneficio social. Un ejemplo lo tenemos en datos suministrados por el Departamento de Trabajo de Estados Unidos, que demuestra que cada dólar dedicado a rehabilitación e integración laboral revierte al Estado 35 en beneficios e impuestos.

Con respecto a la Conferencia de Torremolinos podemos afirmar que sus conclusiones se quedan cortas. La palabra última la tendrán los Gobiernos para que de lo aprobado se apliquen realizaciones concretas. En España es reciente la aprobación por el Congreso de los diputados de la ley de Integración Social de los Minusválidos. Prevé diez años de puesta en práctica por prioridades. Su Majestad la Reina, en la ceremonia de inauguración de la Conferencia Mundial, hacía referencia al artículo 49 de la Constitución, que garantiza los derechos de los minusválidos y las obligaciones de la sociedad. La misma, y fundamentalmente las más de 4.000 asociaciones de minusválidos que con dificultades trabajan en nuestro país, deben encaminar sus pasos para que los próximos años el lema «plena participación e igualdad» se pueda realizar. Todos nos beneficiaremos y no defraudaremos la esperanza de millones de personas y aumentaremos con ello la confianza y la solidaridad en la comunidad internacional.