La sequía, en el origen de la contaminación madrileña

Durante el otoño y el invierno pasados, Madrid vivió una insistente situación meteorológica de sequía. El mes de diciembre de 1980 resultó ser el más seco del siglo, con un registro de tan sólo 0,7 litros por metro cuadrado de precipitación total. El responsable directo de la situación fue un potente anticiclón situado al oeste de la Península, que fue la causa de un alarmante incremento de la contaminación, al favorecer la aparición de inversiones de temperatura que durante las horas nocturnas y primeras de la mañana tienen su base en la superficie, no desapareciendo en todo el día. Así, Madrid se vio cubierta, durante muchos días, por una boina negruzca.Esta gravé situación hizo que el Gobierno Civil adoptase una serie de medidas de emergencia, que fueron aplicadas del 8 al 11 de enero y del 19 al 3 de febrero. Las medidas consistían en la intensificación de la vigilancia de los estacionamientos prohibidos, inmovilización de todos los vehículos con emisiones abusivas de humos, limitación de carga y descarga, establecimiento de una red de zonas prioritarias en las que se prohibía el aparcamiento, limitación del encendido de las calefacciones entre las once de la mañana y las siete de la tarde, así como la obligación de utilizar fuel bia para todas aquellas empresas autorizadas al consumo de este combustible.

Como ejemplo de la gravedad alcanzada, sirva que el día que se dictaron las medidas de emergencia se habían superado, en nueve de las dieciséis estaciones de medición, los topes establecidos para un período de dos horas, y que el día 19 de enero, fecha en que se adoptaron nuevamente, se alcanzaron los 627 microgramos de anhídrido sulfuroso (S02) por metro cúbico, 248 de partículas y 9,1 de monóxido de carbono (CO).

Se calcula que las 50.000 calefacciones que normalmente funcionan en Madrid son las responsables de un 35% de la contaminación total, el tráfico, alrededor de un 45%, y las industrias, un 20%.