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Llanto socialista por un director general de UCD

El señor Castedo (de UCD, no hay que olvidarlo) ha sido dimitido por el señor Calvo Sotelo con el padrinazgo del señor Rodríguez Sahagún, que estaba presente. La cosa no debía haber tenido más consecuencias. Con la cara de congregante mariano que pone el breve director general del ente público, le habrá resultado fácil musitar aquello de "Calvo me lo dio, Calvo me lo quitó, alabado sea Rodríguez Sahagún". Dicen que se marchará de UCD o que pasará a formar parte de los clubes liberales. Con su pan se lo coma. A donde no irá es al PSOE. ¡Pero si tampoco ha ido al PSOE Fernández Ordóñez, que más o menos fue también dimitído o, lo que es lo mismo, dimitió antes de que lo dimitieran! Ni siquiera se ha ido todavía de UCD. ¿Por qué? Porque los socialdemócratas del partido que gobierna creen que aún no han perdido la guerra, aunque hayan perdido una batalla. Y se equivocan. Lo cual no es nada extraño, puesto que también se equivoca el PSOE, que está más obligado a ser claro. Pero, ¿qué creen?, ¿que exageramos los que recordamos una vez y otra que UCD no es más que "el Movimiento que se sucede a sí mismo"? No exageramos nada. Y si no, veamos: ¿quién manda en UCD? Martín Villa. Es el que tiene el poder real, el de los gobernadores, o sea, los jefes provinciales del Movimiento. La derecha de este país, después de cuarenta años, es franquista. Los hijos de esa derecha han nacido en el franquismo, se han criado en el franquismo y lo que buscaban con la transición era un modelo de continuidad. Nada más. Los socialdemócratas, juntamente con los críticos, son los únicos que no han sido franquistas del todo, y hasta hay alguno que no lo ha sido nada. Pero se trata de minorías enfrentadas a muerte. A muerte política, claro. Ambas aspiran al excipiente electoral que moviliza UCD por oposición al PSOE más que por tener un proyecto político coherente que ofrecer. Tampoco lo tiene el PSOE. Se enfrentan personas y siglas, no partidos... de clase. Su proyecto es mantener las estructuras franquistas tan firmes como puedan, aunque para eso hayan de vestirlas con un ropaje constitucional.La rudeza sin contemplaciones con que el señor Calvo Sotelo ha respondido a lo que es, un representante de intereses muy concretos poco satisfechos de cómo se están llevando las cosas, no es más que una continuación de lo que ha venido haciendo desde que el 23 de febrero los más incompetentes entre los golpistas levantaron la liebre que probablemente estaba pensada para más tarde. Sólo que algunos más ambiciosos se adelantaron para obtener la tajada más gorda. No querían hacer tarde e hicieron demasiado pronto. Pero el programa lo va cumpliendo el Gobierno de Calvo Sotelo poco a poco. Y se prepara el terreno a fin de que la mayor benignidad posible deje en libertad, o con condenas insignificantes, a los procesados. Porque, de otro modo, ¿cómo han quedado fuera y en activo los que tenían que estar procesados igualmente?

Pero hay que hablar de otras responsabilidades más graves. Hay que hablar de la responsabilidad del PSOE. También habría que hablar de la que corresponde al PCE, si el PCE existiera todavía, cosa más que dudosa. Porque entre los que se han ido, los que esperan para hacerlo una ocasión propicia y los que se

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quedan, pero sin fe ni esperanza, ése es ya un partido muerto. Y muerto especialmente por los que le dieron vida cuando había que correr el riesgo de morir para que el partido viviera.

El.PSOE, en cambio, que es el depositario de la confianza electoral de tantos miles de ciudadanos, ¿cómo es capaz de concertarse con es a UCD, la que dimite a Castedo, al que defienden ¿esde su Congreso corno si se tratara de algún miiitante destaca0 ,por el partido en un puesto tan importante de la Administración? Pero, ¿qué esperaban que hiciera UCD?.¿Acaso creen que se puede confiar en su juego limpio? ¿Cuando ha jugado limpio?

Y és con esa UCD -cada palo que aguante su vela- con la que el PSOE ha pactado la LOAPA, y el ANE, y esas leyes protectoras de la Constitución con las cuales se ha secuestrado la Constitución, que nació raquítica, sin permitir la elección sobre qué forma de Estado se quería, el derecho de los pueblos a su autodeterminación, etcétera. Es una Constitución bien poco constitucional.

Sí, sí, ya sabemos cómo tratará de justificarse esta vez el PSOE. Como se ha justificado otras. "Vivimos lo peor, pero aún podría ser más malo. Aún podría no haber nada, ni Constitución, ni, Parlamento, ni nada". Y para salvar esas, cosas, ¿qué hay que hacer? ¿Inutilizarlas mediante el consenso bajo mano parlamentaria? Ese camino ya seve adónde conduce: a que el PSOE tenga que defender la continúidad de Castedo, que es militante de UCD. Ya sé que de lo que se protesta es del procedimiento y de lo que significa corno falta de respeto a las reglas del juego. Pero, bueno, ¿por qué esperar otra cosa de UCD? Lo que en buena lógica hay que esperar es que las respete cada vez menos. Se va hacia la gran derecha. Eso es inevitable. Lo ha sido siempre. Puestos a decantarse, ¿por quién se iba a decantar el martinvillismo? Mientras tenga fuerza para ser el árbitro de la situación, tratará de mantenerla, pero la gran patronal se canse de esperar, no quiere el riesgo de un PSOE en el Gobierno -aunque prometa que interveridrá la economía menos que UCD- y da sus órdenes.

Ahora veremos regresar el viejo Ianquísmo agazapado a Prado del Rey y veremos desaparecer esas migajas. de ¿objetividad?, ¡bueno!, que tanto han sido el ogiadas. Volverán banderas victoriosas a ofrecernos programas concurso adormecedores, y las películas dejarán de presentarnos la más mínima sinceridad argumental o en imágenes. Ya el otro día, en la segunda cadena, antes de dar información sobre el Congreso del PSOE, mantuvieron en imagen bastantes segundos una foto fija en blanco y negro donde aparecían los líderes del PSOE puño en alto. Estaba claro que se les quería mostrar como el coco político. ¿Derecho de réplica? ¿Consideración de servicio público? ¡Qué risa! Si las elecciones se ganan con eso, ¿cómo esperaba nadie que las reglas del juego se respetaran?

Ahí tiene el PSOE la Constitución, el tribunal que la garantiza, etcétera. Que haga uso, que ponga a prueba esas instancias. Que abandone el consenso y se comporte como una oposic,ión de verdad. Sería lo único que habría de verdad en esta democracia, nacida con los forceps de la transición y alimentada con leyes que la restringen para guardarla de sus enemigos.¿Reaccionará así o preferirá seguir consensuando con el pretexto de evitar males mayores? Ya casi no quedan males mayores. Estamos al borde de ellos. Pero antes de caer definitivamente, ¿no podría intentarse la contención del avance franquista en busca de un terreno que nunca ha llegado a perder del todo? Y así, de paso, salvaríamos también la dignidad todos los que nos reclamamos de la izquierda, aunque no lo seamos del mismo modo ni con los mismos supuestos y esperanzas. O utopías, si se quiere. Que tanto realismo está convirtiendo también la democracia en utopía.

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