Cada país tiene derecho de veto en el Consejo Atlántico, pero cuentan las influencias de los poderosos
Los programas de defensa que elabora la Alianza Atlántica se organizan, en su mayor parte, sobre una base estrictamente nacional. «Dado que los Estados son soberanos y que tienen sus propios sistemas de financiación», afirmaron los ministros de Defensa el 23 de mayo de 1975, «hay necesariamente límites a la medida en la que se pueden realizar la integración de programas comunes». Sin embargo, el propio comunicado oficial añadía: «Teniendo en cuenta todo lo dicho, los ministros han formulado directivas sobre los niveles y características de fuerzas, amplitud de la afectación de recursos, la naturaleza de los esfuerzos de cooperación y los criterios de prioridades, datos en función de los cuales debe establecerse el contenido de los planes de defensa de la OTAN, tanto en el cuadro nacional como a escala internacional». Es decir, el Consejo de Ministros de la Alianza aprueba, por consenso, las líneas maestras a las que deben ajustarse todas las políticas nacionales de defensa.En la misma fecha -23 de mayo de 1975-, el Consejo señaló ya cuatro puntos de cooperación sobre los que cada país debía actuar urgentemente. Son los siguientes:
Racionalización: ajuste de tareas y de funciones tanto a nivel de estructuras nacionales de fuerzas como sobre un plano multinacional. Estas revisiones o modificaciones no deben traducirse en una debilidad del potencial global de la Alianza ni en reducción de los esfuerzos de defensa a nivel nacional.
Flexibilidad de empleo: término que significa, en el argot aliado, «la eliminación de todos los obstáculos a la utilización óptima de las fuerzas disponibles ».
Estandarización o normalización del material de guerra. Quiere decirse que los países miembros de la OTAN deben poseer un armamento y material intercambiable o interoperable, de forma que los militares de países diferentes puedan actuar fácilmente juntos. Supone también entrenamiento y sostén logístico.
Cooperación: se refiere a la cooperación en la puesta a punto y producción de material militar. Hasta el presente, la industria militar más beneficiada de esta cooperación es la estadounidense, si bien el Consejo de Ministros aprobó un comunicado en el que se decía que «la cooperación entre Estados Unidos y Europa en este dominio debía convertirse en una doble corriente de intercambio». La doble corriente no tiene fácil traducción práctica, dadas las diferencias entre la poderosísima industria militar norteamericana y la europea; pero, por ejemplo, las fuerzas armadas estadounidenses poseen armas cortas producidas en Bélgica. En sentido contrario, los europeos están comprando los sofisticados y carísimos F-16. Bélgica ha sido el primer país en poner a disposición de la OTAN una escuadrilla de estos aviones. Si España fuera miembro de la Alianza y decidiera finalmente cerrar el contrato del siglo y comprar más de cien aviones de este tipo, es fácil suponer que una o dos de estas escuadrillas quedarían a disposición de la Alianza.
Defensa a largo plazo
A partir de mayo de 1978, la OTAN posee un plan de defensa a largo plazo, que fue aprobado por los jefes de Gobierno de los países aliados reunidos en Washington, y que tiene por objetivo reforzar los programas nacionales de defensa, «frente al desafío que supone para la seguridad de la Alianza» el dinamismo del Pacto de Varsovia. El plan, que debería ser puesto en práctica por España, caso de devenir miembro de la OTAN, y que exige esfuerzos especiales de cooperación, puede ser resumido, en sus líneas generales, del siguiente modo:
1. Preparación: mejoras en unidades antiblindados, armas aire-tierra y defensa contra armas químicas. «Es esencial», afirma el texto del plan, «que se adopten disposiciones para obtener el máximo de apoyo posible del sector civil». En concreto, cada país miembro deberá aumentar sus disponibilidades nacionales de tanques, armas y misiles antiblindados y helicópteros armados. Se prevé un amplio programa para aumentar sustancialmente el número de armas aire-tierra que posee cada país. «Además», prosigue el plan, «un cierto número de países ha aceptado tomar compromisos más estrictos en cuanto a las fuerzas que destinan a la OTAN ».
2. Refuerzo: se trata de mejorar los medios de que dispone la Alianza para reforzar rápidamente su capacidad de reacción. Implica la utilización en estas operaciones de medios civiles (aéreos, marítimos y terrestres), así como de instalaciones nacionales de infraestructura. «Un elemento esencial es la utilización de los medios europeos existentes para recibir refuerzos del exterior» (facilidades permanentes para el eventual despliegue de fuerzas norteamericanas en Europa). Entre otras medidas destinadas al mismo fin figura el almacenamiento de material de tres divisiones suplementarias de Estados Unidos. Los aliados deben dar todo tipo de facilidades para ello, así como proporcionar las instalaciones de sostén necesarias. La Alianza propone a varios países que encuentren el medio de disponer de aviones civiles (las compañías nacionales como Alitalia o la Lufthansa) para transportar en un caso urgente material de guerra.
3. Movilización de reservas: deben adoptarse medidas extra para mejorar el entrenamiento de los reservistas, de forma que sea posible su despliegue rápido en los lugares donde su presencia sea requerida. Se utilizarán para ello normas OTAN y los países se esforzarán para mejorar la operatividad de ciertas unidades de reservistas. A largo plazo, algunos países se han comprometido ya a proporcionar a la OTAN brigadas de reservistas suplementarias.
4. Potencia naval: existe ya un acuerdo para coordinar más estrechamente las fuerzas navales. El programa comprende un mayor potencial de lucha antisubmanina, defensa en superficie contra misiles y guerra de minas. Se considera insuficiente el número actual de barcos de superficie, submarinos y aviones.
5. Defensa aérea: mejora de la identificación de aviones enemigos y «mayor control de la OTAN» sobre los aviones de combate adscritos a ella. Más armas superficie-aire y mejora de los aviones de caza.
6. Logística: la distribución de responsabilidades en cuanto al apoyo logístico entre los mandos de la OTAN y los países miembros «será definida más claramente». Habrá que aumentar los almacenamientos de guerra y buscar el sistema para flexibilizar el empleo de las reservas de municiones en tiempo de guerra y para crear reservas de carburantes primarios.
7. Fuerzas nucleares del teatro de operaciones: el plan de defensa a largo plazo incluye la modificación de las fuerzas nucleares de teatro de la OTAN, es decir, los famosísimos euromisiles.
Armamento nuclear
El Gobierno español afirma que si nuestro país ingresa en la Alianza no aceptará la instalación de armamento nuclear en territorio nacional. Dado que cada país es dueño de su propia casa, es cierto que las autoridades españolas podrán negarse a instalar misiles nucleares en nuestro país.
De hecho, la situación geográfica española es tal (está tan alejada de la Unión Soviética) que sólo tendría sentido instalar misiles de unas características muy especiales, porque si son de corto alcance no harían blanco en la URRS, sino en Europa occidental, y si son de muy largo alcance entran dentro de la clasificación de arma estratégica, que posee únicamente Estados Unidos. Hay que recordar que Estados Unidos aceptó retirar sus submarinos nucleares de la base de Rota y se puede sospechar que lo hizo no tanto debido a las presiones españolas como al hecho de que no necesitaba perentoriamente de dicha base, dadas las características del nuevo armamento de que dispone y las limitaciones introducidas por las conversaciones SALT.
Lo que es evidente es que España, si se convierte en miembro de la Alianza, puede negarse a almacenar armamento nuclear, pero no a utilizarlo o a respaldar su utilización.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.