Felipe González exhorta a su partido a superar frustraciones internas y combatir a la "gran derecha"
Felipe González, reelegido ayer secretario general del PSOE con el ciento por ciento de los votos del 29º Congreso socialista, anunció que puede ser «bastante necesario» acudir a las próximas elecciones con listas en que se integren personas independientes. El líder del PSOE exhortó a superar las frustraciones internas y dirigir todos los esfuerzos a enfrentarse con la gran derecha. Tanto él como Nicolás Redondo, este último secretario general de UGT, criticaron las últimas acciones del Gobierno y de la patronal, y reivindicaron para la organización el espíritu de Pablo Iglesias, en lo que parece un intento de salir al paso de las críticas y fijar las señas de identidad del socialismo español.
«Asistimos a un movimiento de recuperación del poder por los franquistas», aseguró Felipe González en su discurso a los delegados. «Sin pasar por las urnas, a través de un partido débil, los que no tienen más que el 2% de los votos de la sociedad están entrando por la puerta falsa de un Gobierno incapaz de cumplir con su propio programa».Anunció después que no variará un ápice la posición del PSOE sobre el ingreso de España en la OTAN, y expresó su agradecimiento a la Administración Reagan por haber aclarado que existen posibilidades de una guerra nuclear limitada. «Eso ha pasado de ser una especulación a convertirse en una cruda realidad que preocupa a todos los países, menos a España».
Posteriormente, Felipe González mencionó los elementos sobre los que sin duda va a girar la oferta socialista en el período preelectoral: el partido en el poder «ha engañado dos veces al pueblo, pero es la última vez que se va a producir ese engaño»; no tiene voluntad de impulsar el desarrollo de la democracia y de las autonomías, y será el PSOE el que lleve adelante ese proceso, hasta conseguir un Estado «materialmente idéntico a un Estado federal»; y se formularán los planes «a que el partido socialista se encuentra moralmente obligado por el artículo 9 de la Constitución, cuando dice que los poderes públicos promoverán las condiciones para la efectiva libertad e igualdad de las personas y de los grupos».
Con anterioridad a esta intervención de Felipe González, el secretario general de Unión General de Trabajadores, Nicolás Redondo, había avanzado la posibilidad de que los socialistas se decidan por una política de movilización popular, por supuesto en forma moderada. «Yo creía», dijo Redondo, «que el Acuerdo Nacional sobre Empleo iba a irradiar 0ptimismo e ilusión; pero parece que Calvo Sotelo y la patronal están intentando echarlo abajo. Ellos asumirán la responsabilidad por esa decisión. Calvo Sotelo va a llevarnos a que la cifra de parados sobrepase pronto los dos millones de trabajadores».
El reparto interno del poder
La votación para la comisión ejecutiva no registró sorpresa alguna, salvo la confirmación del absoluto consenso que la figura de Felipe González ha encontrado en el partido socialista, o al menos en el sector representado en el mismo. El ciento por ciento de votos favorables a su reelección fue acogido con una gran ovación por los asistentes, al igual que el 99% de Alfonso Guerra. Muy comentados fueron igualmente los porcentajes de Carmen García Bloise, que, a pesar de figurar en uno de los puestos más relevantes de la dirección, fue objeto de un voto de castigo por parte de varias delegaciones, especialmente de Andalucía, y el de Enrique Múgica, que refleja los problemas registrados durante las negociaciones para la formación de la ejecutiva.
«Una autocrítica o examen de conciencia sobre mi actuación creo que revelaría insuficiencias», declaró Enrique Múgica a EL PAIS. «Pero el saldo es más positivo que negativo. He tratado de que importantes poderes fácticos vean en el PSOE no a un antagonista, sino a un importantísimo grupo social que puede gobernar este país; y he colaborado para animar esa expectativa. Creo ser uno de los hombres que, debido a esa convicción, puedo contribuir a la continuidad de la tarea».
Muy significativa fue la actitud del presidente de la Junta de Andalucía, Rafael Escuredo, quien se presentó en solitario como candidato a la ejecutiva, al margen de la lista oficial. Obtuvo el 23,7% de los votos, insuficiente para entrar en la dirección. La mayor parte de la organización regional de su partido no le apoyó, y fuentes de aquélla justificaron la decisión en el hecho de que Escuredo debe continuar al frente de la Junta andaluza, en lugar se saltar a la política nacional mediante su entrada en la ejecutiva federal socialista.
Por su parte, Escuredo abandonó el congreso tras la presentación de su candidatura, y almorzó fuera del mismo con Miguel Boyer y Carlos Solchaga, sin hacer declaraciones en torno a lo sucedido.
Un problema sin decidir por completo, desde el punto de vista de la organización, es la configuración del nuevo organismo llamado comisión permanente. Felipe González reivindicó la paternidad de la idea en su discurso final a los delegados, y explicó posteriormente a los periodistas que esa comisión constituye en realidad un resultado intermedio respecto a su proyecto inicial, que consistía en elegir un equipo de personas sin adscripción de cargos concretos.
El motivo de la propuesta era incrementar la eficacia -aseguró Felipe González-, pero hubo resistencias a esa fórmula, por lo que se optó por el sistema de montar una comisión permanente que despache los asuntos ordinarios del partido, mientras que el pleno de la ejecutiva debe reunirse una vez al mes para establecer las directrices generales y orientar el trabajo de la organización. Felipe González remitió a un reglamento interno posterior la descripción de las condiciones o situaciones que deben producir el acceso de las personas a la comisión permanente.
Triunfo personal
Felipe González ha obtenido un gran triunfo personal en este 29º Congreso socialista, según ponían anoche de relieve todos los observadores; sin embargo, se observa bastante preocupado al secretario general por algunos de los problemas internos que se han puesto de relieve antes y durante el debate congresual. Utilizando un término muy repetido por el ala de izquierda durante los días previos al congreso, el riesgo de oligarquización del PSOE, Felipe González prometió que se abordaría esa cuestión, y anunció la convocatoria de unas «jornadas» sobre problemas orgánicos.
Gran parte del discurso del secretarlo general a los delegados estuvo centrado en la necesidad de no desmoralizarse y de incrementar el trabajo interno. «Del congreso se puede salir insatisfecho, pero no desmoronado», dijo. «Si algo le falta al partido es acercarse y fortalecerse un poco; no hay que desfondarse, la lucha será larga».
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