27 refugiados vietnamitas esperan en Barajas a que alguien se haga cargo de ellos
Veintisiete refugiados vietnamitas, trece de ellos niños menores de diez años, esperan en el aeropuerto de Barajas que se les ofrezca una casa y un puesto de trabajo. Llegaron el domingo, procedentes de Canarias, adonde habían sido previamente trasladados desde su país de origen por intervención de la Cruz Roja. Según explicaba alguno de los refugiados en un dificultoso castellano, decidieron viajar a Madrid después de perder sus empleos, y carecen de recursos para resolver necesidades como la de dormir o alimentarse.
Como solución provisional, la Cruz Roja se encargará de alojarles durante unos días en pensiones, hasta que el Departamento de Refugiados aclare la presencia del grupo vietnamita en Madrid y determine si procede ofrecer cualquier clase de ayuda, según manifestó ayer el presidente de Cruz Roja española, Enrique de la Mata.Los veintisiete refugiados forman cinco familias vietnamitas que llegaron a España en enero de 1.980 junto a un millar de refugiados laosianos y vietnamitas traídos por el Gobierno español. Según relató a este periódico el secretario general del Gobierno Civil de Las Palmas, José Luis Nieto, desde la fecha mencionada cuatro de los cinco cabezas de familia contaron con trabajos estables en la construcción y la hostelería, por lo que cobraban alrededor de las 50.000 pesetas mensuales, además de las ayudas de 8.000 pesetas mensuales concedidas a cada uno de los niños. Todo el grupo de vietnamitas ha vivido hasta el pasado sábado en un caserón propiedad de la Delegación Provincial de Urbanismo de Las Palmas, y, según asegura Nieto, los refugiados han contado con la ayuda constante de organismos oficiales e incluso de algunas conocidas firmas comerciales.
"El viaje a Madrid se lo han debido de pagar ellos mismos y en ningún momento nos han notificado nada a nosotros", afirma José Luis Nieto. "La única noticia que nos ha llegado a sido a trávés de la asistente social que los atendía, quien nos anunció que los cuatro que tenían trabajo habían pedido la liquidación el pasado viernes. La explicación que nos da la asistente social ante este hecho es que no han podido soportar el choque que les supone enfrentarse a la forma de vída occidental. Parece que todos ellos vivían del tráfico de drogas, una forma de vida fácil si se tiene en cuenta que aquí tenían que madrugar, desplazarse hasta el trabajo y una serie de diferencias culturales que de alguna manera les tiene que impactar".
Respecto a su futuro y la ayuda que pueden encontrar en Madrid, el portavoz del Gobierno Civil de Las Palmas opina que es difícil que encuentren nuevas colaboraciones y ayudas. "Ellos disfrutan del estatuto de refugiado político tienen residencia y permiso de trabajo y ahora son ellos mismos los que deberán de buscarse su forma de vida".
Mientras tanto, el grupo vietnamita no parece tener las cosas tan claras y todavía ayer permanecía en el aeropuerto. Lo cierto es que aterrizaron el domingo en Madrid. Según parece, no supieron qué hacer una vez que habían llegadó a Barajas. Pasaron la aduana, salieron al primer vestíbulo, extendieron sus mantas por el suelo, mantas de colores ambiguos y contradictorios, seguramente conseguidas en algún reparto benéfico, y decidieron esperar acontecimientos.Por el momento, los veintisiete refugiados disponen de una pequeña cantidad de arroz cocido que dividen en bolas y que todos comen con lentitud y concentración.
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