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Gente

Mick Jagger

volvió a pisar un escenario norteamericano con su grupo, los Rolling Stones, tres años después de haber dado el último recital en EE UU. La distancia en el tiempo abonó el sentimiento de entusiasmo y expectación: 90.000 personas acudieron a ver al famoso grupo británico, cuyo último disco, Tatúate, es la causa de este concierto de promoción, celebrado el pasado viernes en el estadio John F. Kennedy, de Filadelfia. Quinientos guardias de seguridad procuraron que el recital no se saliera de los límites que marca la música. Los Rolling seguirán recorriendo ciudades estadounidenses hasta un total de veinticinco y esperan ser escuchados por millón y medio de fanáticos de su manera de entender el ritmo. Esa cantidad de oyentes se traducirá comercialmente en 2.500 millones de pesetas de recaudación. Entre esos espectadores los disconformes también abundan. Antes del recital de Filadelfia, un grupo de mujeres se manifestó contra el carácter violento de alguna de las canciones de los Stones. Una portavoz del grupo comentó: "La violencia no es sexy; es dolorosa".

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