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RELIGION

2.000 cristianos denuncian el olvido de los pobres en la Iglesia

Desde 1965 no se reunían en España 2.000 cristianos en un congreso, como está ocurriendo en Madrid con el de Teología y Pobreza. Los acentos, sin embargo, han cambiado: la ansiedad política de antaño deja paso a una serena afirmación de lo cristiano que no empuja hacia el compromiso partidario, sino a la transformación de la sociedad civil, tal y como exponía el ponente J. A. Gimbernat.

La opción por los pobres es una urgencia que, al igual que otras muchas motivaciones teológicas, viene de América Latina, decía Casiano Floristán en la presentación general del congreso. En su opinión, este congreso podía ser un punto de partida, como lo fue el encuentro de El Escorial en 1972, que supuso el lanzamiento en Europa de la teología de la liberación. El problema es como traducir ese impulso ultramarino sin mimetismos y con originalidad, pedía Ignacio Ellacuría. En solidaridad con Centroamérica se recogieron 550.000 pesetas en la celebración litúrgica del viernes.Para un economista como Angel Serrano, el término pobreza es de escasa utilidad, ya que la pobreza es siempre relativa. Pero incluso en el supuesto de que vayan remitiendo, como pudiera ocurrir, las diferencias materiales entre las rentas de las distintas clases sociales, perdurará la desigualdad entre las mismas. «La desigualdad es el mal a combatir. En España existe desigualdad regional y en la distribución personal: el 64% del capital invertido en España pertenece a cien personas».

Jesuita valenciano, la crítica de Marx contra la religión, utilizada como cobertura ideológica para legitimar la injusticia social, «había sido adelantada por Jesús», quien, repetidas veces, se rebela expresamente «contra la progresía intelectual, cuyos radicalismos filosóficos, en plan nouvelle philo,vophie, desprecio de la militancia política y huidas al desierto de la intimidad «dejan al pobre en el máximo grado de indefensión», Fueron muchos los que, como el vasco Rafael Aguirre, pedían «la recuperación de las dimensiones religiosas perdidas por los cristianos politizados del tardofranquismo, entre otras razones, para que lo religioso no sea ahora secuestrado como el nuevo opio de los movimientos espiritualistas».

La tarea de una teología vista desde los intereses del pobre fue encomendada a González Faus y José María Castillo. Ricos los hubo, y grandes, en la época de Jesús, como aquel rey Herodes, que sólo de impuestos cobraba al año unos diez millones de denarios (un denario: salario mínimo de entonces). Y ese Jesús, que nunca fue guerrillero nacionalista, declaró la guerra a los ricos: «Jesús no habla de aquellas riquezas particulares que sean injustas (como si las otras no lo fuesen), sino de la riqueza, que es toda ella injusta. Es imposible que el rico se salve. Y cuando sus discípulos le preguntan: ¿quién puede salvarse entonces?, Jesús responde: la puerta no existe para los ricos», dice el profesor de Teología González Faus, tras un largo y pormenorizado análisis. Para el jesuita valenciano, la crítica de Marx contra la religión, utilizada como cobertura ideológica para legitimar la injusticia social, «había sido adelantada por Jesús», quien, repetidas veces, se rebela expresamente «contra la posibilidad de que dar algo a Dios sea utilizado para eludir los más elementales deberes con los hombres». La Iglesia, sin embargo, ha cambiado las tornas y para ejemplificarlo cuenta que en una iglesia de Zaragoza puede leerse sobre el cepillo de rigor: «Deja tu ofrenda en el altar». Ahora bien, la frase entera del evangelista reza así: «Si al ir a presentar tu ofrenda recuerdas que debes algo a tu hermano, deja tu ofrenda en el altar (es decir, no la presentes) y ve a reconciliarte con tu hermano». Exactamente lo contrarlo de la iglesia zaragozana.

José María Castillo reconocía que la teología siempre se había interesado por los pobres, pero en la sección virtud de la pobreza. Pero Dios, como tal, está por encima de esa contingencia de ricos y pobres; de ahí, añadía, «prácticas tan asombrosas de la Iglesia como la de aquel papa Nicolás V, que concedió al rey de Portugal el derecho de hacer esclavos suyos a todos los habitantes de Africa». Dios, en su opinión, no es neutral, porque la neutralidad en situacíones de injusticia es tomar partido por los opresores. El teólogo andaluz exige «destruir los ídolos de la ideología en el seno mismo de la teología, cuyo olvido de los temas fundamentales se debe a que la Institución eclesiástica controla la vida sexual, la economía y la posición en la sociedad de los teólogos».

Díez Alegría y Fernando Urbina se encargaron de presentar las clases dominantes». Su comentario a un texto de León XIII, Quod apostolici numeris, que condena a los socialistas porque «consideran que no se debe soportar con buen ánimo la pobreza» , provocó una entusiasta aceptación por parte del público. El teólogo Fernando Urbina dividía su recorrido histórico, tras las huellas de la Iglesia en su relación con los pobres en tres etapas: la antiguo-medieval, donde ya la Iglesla visigótica se alía con C los grupos dominantes gracias a la teocracia de los concilios deToledo ; la época burguesa con la desamortización de Mendizába al fondo, donde la beligerancia de la Iglesia da pie a la existencia de «las dos Españas» y la época actual, abierta a lo que la Iglesia quiera ser.

Las comunidades de base presentes en este congreso son, en opinión de uno de sus mentores Juan José Tamayo, «un movimiento religioso revolucionado de prácticas y creencias, situado en el marco de los movimiento de emancipación de nuestro tiempo». Y esto se traducía, según afirmaban los ponentes, por una vuelta a la religiosidad, una mayor serenidad frente al compromiso político y una insistencia en la presencia cristiana en la sociedad. Los ponentes sabían que en el Foro del Hecho Religioso se discutía sobre la posibilidad de un mesianismo cristiano en democracia: «Este congreso lo confirma».

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