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RELIGIÓN

El futuro de la religión en España, tema del V Foro del Hecho Religioso

El factor religioso en la España de los años 80 es el tema del V Foro del Hecho Religioso, un colectivo pluralista de intelectuales españoles que se reúnen regularmente desde hace cinco años para tratar el hecho religioso. Lo anima Gómez Cafarena desde el Instituto Fe y Secularidad y entre sus habituales se encuentra filósofos como Aranguren, Javier Sádaba y Pedro Cerezo, hombres públicos como Ruiz Giménez o Ignacio Sotelo, escritores como González Ruiz, Lili Álvarez y Joan Gomis.El historiador catalán Casimiro Martí trató de dibujar los rasgos de la Iglesia española en los años ochenta. Y lo hacía en historiador, recordando el pasado. La Iglesia española se caracteriza, en su opinion, por una larga pugna entre la institución eclesiástica y lo que él llamaba la Iglesia en estado de misión: «Se advierte en la Iglesia una triple resistencia a la modernidad: la política, que viene desde 1834 y teóricos que el tomismo escolástico; cularización; la intelectual, que se niega a aceptar otros parámetros teóricos que el toísmo escolástico; en el plano laboral, sin lenguaje ni conceptos para entender al mundo del trabajo».

En los primeros años del franquismo se acentúan estas tendencias de la Iglesia, que trata de perpetuar el poder sobre la sociedad en base a una estructura rígida que se refleja en el vestir, en su indoctrinación pastoral y en sus comportamientos públicos.Paralelamente se desarrolla una línea misionaria, alimentada por la teología francesa y alemana, que se refugia en los movimientos organizados de la Acción Católica y que puso al servicio de la lucha contra la dictadura una traducción moralista del Evangelio. Este moralismo religioso no estaba exento de ambigüedad, ya que «no quedaba claro si se caminaba o no hacia un protagonismo cristiano dentro de la convivencia civil, poco acorde con el espíritu misionero impulsor».

Alfredo Fierro, profesor de ética en Salamanca, se preguntaba por el futuro de la religiosidad extraeclesiástica, en particular por el mesianismo. «Desde 1970 hasta julio de 1976 hubo en España un fuerte movimiento mesiánico cristiano», al margen de la Iglesia y que se agostó con la democracia porque « desaparece junto con la aparición de la libertad que contribuye a traer». El sino del mesianismo cristiano es que necesita una situación de opresión y lucha, puesto que «nada tan revolucionario y tan consolador como una fe y esperanza pascuales de resurrección a través de la cruz».

En una sociedad democrática e industrializada, el mesianismo de la cruz lo tiene difícil, pero nada impide pensar que otros nuevos nazcan, concluía Fierro citando a Durkheim: «No hay ningún Evangelio que sea inmortal, ni existe tampoco razón alguna para suponer que la humanidad sea incapaz en el futuro de concebir otro nuevo».

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