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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Violencia y ternura en el cine de la televisión

No es Phil Carlson un director especialmente conocido, aunque muchos críticos jóvenes, especializados en realizadores de segunda fila del cine norteamericano, hayan reivindicado su nombre como un autor de mayor importancia de la que se le ha reconocido. incluso, en los estudios cinematográficos. De hecho, Phil Carlson es el firmante del curioso western El salario de la violencia, de la más que notable película de «cine negro Calle River 99, de la exótica Lorna Doone, de La cabalgada de los malditos...

Una serie de títulos que no han sobrepasado los límites de una normal comercialidad, pero que encierran, ajuicio de esos críticos, un especial sentido de la acción cinematográfica o de la acción, a secas. Furia sin freno, rodada en 1967, es el título de Phil Carlson que Televisión ha programado para esta noche a las 22 horas por la seaunda cadena. Narra la historia de los evadidos de un fuerte días antes de finalizar la guerra de secesión. La necesaria persecución y muerte de les huidos plantea un grave problema de conciencia al capitán encargado de su matanza.

La violencia de la película tiene, como destaca por su simple esquema argumental, más connotaciones que las de simple espectáculo sangriento, al que muchos telefilmes y peliculas nos tienen acostumbrados.

Mañana, lunes, dentro del homenaje dedicado a Jose Isbert, se ofrecerá otro título de Luis G. Berlanga. Calabuch, realizado en 1956 y donde Isbert no cuenta más que con un pequeño papel, el de farero ajedrecista cue no conoce las trampas que le hace el cura del pueblo. Corrio de costumbre en muchas películas de Berlanga, no es esta una obra de protagonista. sino de un coro en el que destacan determinados personajes: al mar-en del sabio norteamericano huido a la idílica (y falsa) villa frente al mar (suceso que ocurre «el año en que Rusia firmó el Concordato y EE UU dejó de proteger a Europa»), en Calabuch sobresalen el sargento de la Guardia Civil que lee la vida de Napoleón en la revista Celebridades, el torero que lleva su toro a cuestas para actuar en las ferias (espléndido José Luis Ozores); el cura que pide marcialidad en las procesiones y el cabo que exige devoción...

El conjunto refleja un pueblo miserable que Berlanga contempló con ternura. Tanta, que las oficinas católicas se empeñaron en sumar la película a su causa. El resultado, sin embargo, no es tan esperanzador como los censores eclesiásticos suponían: el hombre carece, según Berlanga, de una misma libertad; la colectividad le abruma impidiéndole vivir alegremente... A pesar de los juicios negativos que Berlanga suele expresar de cara a Calabuch -estuvo, dice, mediatizado, por la colaboración de alg unos guionistas «Iíricos»-, lo cierto es que esta película coincide en lo esencial con lo mejor de su filmografía.

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