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Los partidos conservadores consiguen una holgada mayoría en Noruega

Los resultados definitivos de las elecciones parlamentarias de Noruega confirman la tendencia inicial del escrutinio, y con ello el triunfo holgado de los partidos burgueses, especialmente del Partido Conservador (Hoyre). En el nuevo Parlamento (Stortinget) habrá 79 votos conservadores contra 70 socialistas. El Partido de los Trabajadores (Arbelderpartiet), socialdemócrata, que ha gobernado casi sin interrupción desde la última guerra mundial, ha sufrido un duro revés al perder diez escaños de los 76 que tenía. La izquierda gobernaba Noruega desde 1973.

Los socialdemócratas no han podido superar las contradicciones internas que desde tiempo atrás venían erosionando su imagen de cara al electorado y han pagado un alto precio por ello, aunque cabe señalar que la derrota no tiene el carácter catastrófico que se apuntó al comienzo del escrutinio. Ni tampoco que ella se deba exclusivamente a los problemas internos del partido.La atención está centrada ahora en los pasos inmediatos que darán los triunfadores para la formación del Gobierno que deberá tomar el relevo el próximo mes de octubre.

En principio existen dos posibilidades: la formación de un Gobierno de coalición integrado por el Partido Conservador (Hoyre), el Partido Popular Cristiano (Kristelig Folkepartiet), y el Partido del Centro (Senterpartiet), o la constitución de un Gobierno en minoría a cargo exclusivamente del Partido Conservador.

Para la formación de la coalición -de centro-derecha, con neta hegemonía de la derecha- hay algunos obstáculos que, en algún punto, parecieron insalvables durante la campaña electoral. Concretamente sobre el tema de la ley del aborto, que data de 1978 y otorga a la mujer la facultad de decidir abortar hasta determinado período de la gestación. El Partido Cristiano hizo de la derogación de esta ley su principal bandera preelectoral. Los conservadores, más pragmáticos, no se definen claramente sobre este punto y lo dejan al albedrío de la conciencia de cada uno de sus diputados.

No es ésta la única discrepancia entre los partidos burgueses, que también difieren en cuanto a la política petrolera, pero el mayor escollo parece ser el del aborto, ya que para el Partido Cristiano es esta la única bandera que justifica su existencia. La posición del Partido Conservador es ahora claramente más fuerte que la de suseventuales aliados, a los que cabe augurar un progresivo retroceso e incluso su posible desaparición.

A ello hay que agregar, además, el liderazgo incuestionable que tendría la personalidad de Kaare Willoch en ese eventual Gobierno de coalición, que aceleraría aún más el proceso de absorción que muestran los resultados electorales. Por último, la experiencia de Gobierno burgués en Suecia no ha contribuido a estimular el entusiasmo de Wílloch por un Gobierno tripartito.

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La segunda opción -gobierno exclusivo de los conservadores, con el respaldo de los votos cristianos y centristas- no está, ni muchos menos, descartada. Es la solución anhelada por los poderosos intereses económicos que respaldan a Willoch y, probablemente, el íntimo deseo de éste.

Kaare Willoch, de 53 años, que acertadamente ha sido descrito como un hombre frío, brillante y autoritario, es el típíco exponente de una derecha inteligente, civilizada, pero no por ello menos decidida a llegar hasta donde sea necesario para preservar los intereses que defiende.

El programa de su partido repite experiencias ya conocidas: privatización, libre empresa y reducción de los gastos públicos sin importar su coste social. En definitiva, un. programa que los propios noruegos podrán evaluar en los próximos años. La importancia de esta elección reside en los cambios que habrán de producirse en la política exterior. Willoch es un decidido partidario de alinearse con Estados Unidos y los planes militares de la OTAN. Su posición al frente del futuro Gobierno obligará a un replanteamiento de problemas sobre los que había bastante consenso dentro de los países escandinavos.

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