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El resultado de un proceso de reflexión

El acuerdo entre EIA y el PC de Euskadi (EPK) de iniciar un proceso de acercamiento, que, por encima de las precauciones con que ambas partes se expresan por ahora, sólo puede desembocar en la convergencia en un nuevo partido, constituye el primer paso concreto dado en decenios para poner en contacto a la Euskadi nacionalista y a la no nacionalista. Es decir: el primer paso para superar la división que más allá de cualquier definición respecto a la opción derecha-lzquierda ha escindido políticamente al País Vasco desde comienzos de siglo. De ahí la ¡mportancia de esta iniciativa, que desborda cualquier consideración coyuntural.El acuerdo es, a su vez, un primer resultado del proceso de reflexión abierto en la izquierda vasca tras las elecciones al Parlamento vasco en marzo de 1980. Tales elecciones pusieron de relieve, ante todo, dos hechos: la hegemonía incuestionable de la derecha vasca y el nivel espectacular de la abstención, en particular entre los trabajadores de origen inmigrante. Ambos datos, revelando el conservadurismo fundamental de la sociedad vasca, ponía en duda el optimismo de las hipótesis en que habían basado sus planteamientos las fuerzas de izquierda en los últimos años de la dictadura. Pero indicaban también que ambos datos no eran independientes. Es decir, que la hegemonía política del PNV resultaba inexplicable si no se tenía en cuenta que una gran parte de los votantes Potenciales de la izquierda había expresado con su abstención que no se sentía preocupada por la autonomía, a la que consideraba asunto de los nacionalistas.

Fue como resultado de esta reflexión que, primero en sectores intelectuales y, más tarde en el interior de los partidos, comenzó a hablarse de la unidad de la izquierda como objetivo capaz, por una parte, de presentar un modelo de institucionalización diferente al que podría ofrecer el Partido Nacionalista Vasco, al que se acusaba de «pretender convertir a Euskadi en un gran batzoki» (sede social del PNV) y, por otra, de interesar en el proyecto de edificación de la nacionalidad vasca al conjunto de la clase obrera, y no sólo al segmento de la misma ideológicamente identificado con el nacionalismo.

Esta reflexión fue particularmente profunda, aunque inicialmente por motivos diferentes, en EIA (Partido para la Revolución Vasca) y en EPK-PCE (Partido Comunista de Euskadi). En este último, tras haber sido durante muchos años el principal partido de la oposición, se encontró imposibilitado para desarrollar iniciativas políticas de envergadura, dada su mínima presencia institucional. Por el contrario, EIA, pese a contar con una militancia mucho más reducida, especialmente en el terreno sindical, se convirtió en la única fuerza vasca que había visto aumentar su potencialidad eIectoral en cada nueva convocatoria.

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