"Bienvenido Mr. Marshall", en el cielo de José Isbert
«Americanos, os esperamos con alegría». Así comenzaba la canción que escribieron los guionistas de Bienvenido Mr. Marshall -Juan Antonio Bardem, Luis García Berlanga y Miguel Mihura- y que sintetizaba el sarcasmo y la ternura con que veían las relaciones españolas con los protectores norteamericanos. Realizada en 1952 supuso la primera película que dirigió Berlanga, si no se tiene en cuenta la espléndida crónica, también en clave de humor, que sobre la vida de un pobre matrimonio español había codirigido con Bardem, un año antes, bajo el título Esa pareja feliz.
Bienvenido Mr. Marslzall, con el premio de la crítica del Festival de Cannes, reveló a Berlanga como uno de los autores más originales y eficaces del cine del momento. Aunque ciertos movimientos culturales estaban esbozándose entonces en España (el «manifiesto de teatro de agitación social», de Alfonso Sastre y José María de Quinto, las proyeccíones en cine-clubs de El acorazado Potemkin, la aparición de la revista crítica Objetivo y, naturalmente, las muestras de conformismo de la universidad), los criterios de la Administración, en materia de cine, habían reforzado su tridentismo en leyes censoras que algún crítico del momento festejó diciendo que «España, educadora de pueblos, tiene precisamente en su cine un medio importantísimo para llegar a la convivencia de millones de seres que hablan nuestro idioma».Precisamente, por estos criterios censores, Bienvenido Mr. Marshall se nos ofrece hoy como si de un milagro se tratara. Años más tarde se transformó en una película impensable y hasta es posible que hoy mismo tuviera problemas para realizarse por vez primera. En el Festival de Cannes surgieron protestas de algunos norteamericanos, que consideraron la película como una ofensa a su bandera. El humor de Berlanga había carcomido la publicidad imperialista.
La visión de un pequeño pueblo castellano -Villar del Río-, que se disfraza de Andalucía para complacer a los gestores del plan Marshall, encierra una acidez corrosiva, que muchos consideraron insoportable. Berlanga la había desarrollado a través de la ternura de unos personajes, algunos de los cuales, como el alcalde sordo, interpretado por el genial José Isbert, o el «representante de la máxima estrella de la canción andaluza». incorporado por Manolo Morán, forman parte de cualquier antología del buen cine español. Otros actores, como Félix Fernández, Nicolás Perchicot y Alberto Romea, encarnan las fuerzas vivas del pueblo con un sutil sentido del humor difícil de superar. Cierto es que precisa mente en algunos de esos perso najes secundarios -en sus sueños, sobre todo- la película decae. Pero el vigor y la inteligencia de toda ella la convierten en una de las más indiscutibles obras maestras del cine español. Como es natural, la Administración no supo reconocer suficientemente este mérito. Si no pudo dejar de premiarla, destacó con idéntica fuerza los títulos de aquel año que realmente quería preteger: La guerra de Dios y Jeromín.
La proyección de Bienvenido Mr. Marshall, mañana lunes, a las 21.00 horas, por la segunda cadena, será procedida, hoy domingo, a las 22.00 horas, por un título clásico del cine norteamericano, Secretos, que dirigió Franz Borzage en 1933, repitiendo los incansables moldes melodramáticos que narran la historia de una pobre mujer enamorada de un modesto empleado, mientras su padre quiere casarla con el hijo del banquero. La película supuso el rearese al cine de Mary Pickford, quien por vez primera se unía en un reparto con el actor Leslie Howard.
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