Sebastián Aguilar,
obispo de León, fue el encargado de celebrar la parte católica de la ceremonia de boda de la pareja de raza gitana formada por Pilar Vargas, de diecisiete años, y José Jiménez, de veintitrés, a los que apadrinaron el alcalde centrista de León, Juan Morano, y su esposa. La ceremonia tuvo lugar en el santuario de la Virgen del Camino, que se encontraba abarrotado de gitanos llegados de toda la región castellano-leonesa. Al llegar al ofertorio, entre palmas y baile, cuenta Antonio Núñez, un grupo de calés depositó en el altar una ofrenda sin precedentes: chatarra, mimbres, flores y una guitarra. Tras el acto católico, los asistentes organizaron una monumental fiesta para proceder al casamiento siguiendo el rito gitano.
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